Málaga C.F. | 01 | 30 | F. C. Barcelona |
1-0, minuto 31. Seba Fernández.
1-1, minuto 44. Bojan.
1-2, minuto 76. Afellay.
1-3, minuto 84. Bartra.
La poca tensión de la grada se trasladó al césped. Blanquiazules y azulgrana habían hecho sus deberes. Eso no rebajó el fervor de Juanmi o Seba Fernández, torbellinos en ataque. Tampoco el de Thiago o Afellay en el bando contrario. El hijo de Macinho movió los hilos del Barcelona a su conocido ritmo de samba. El holandés es puro nervio. Maresca, por los locales, demostró que la pérdida de gasolina no va aparejada a la de calidad. Se lo tomó en serio y con Duda fabricó la jugada que abrió el marcador, obra de Papelito. El encuentro estaba abierto. Sin el vértigo ni la intensidad que revisten la competición, pero se lo pasaba bien La Rosaleda.
A esto que apareció Bojan. Penali dudoso de Eliseu, que pica y le toca en el área, cumpliendo los desos del canterano catalán, ávido por tirarse. No fue este detalle el que enfureció a Martiricos, sino su posterior celebración ante las narices de la grada. No gustaron las formanas. Ganas de encender un partido hasta ese momento plácido. A partir de ahí, Bojan se concentró todos los pitos de la hinchada. Con permiso de Dani Alves, al que sólo se le vio para ganarse una amarilla por detener en falta a Eliseu.
El Málaga se dejó la relajación en el vestuario al descanso. Quiso los puntos y dio un paso al frente en busca de la meta de Pinto. Maresca, muy activo, tuvo el gol en su testa, pero se marchó por un milímetro; Apoño se encontró con un muro de piernas ante una volea dentro del área; tampoco acabaron en gol un córner y el saque de una falta peligroso. El objetivo estaba bien conseguido, pero la octava plaza, la mejor de la historia tras la refundación, estaba a tiro. Afellay, sin embargo, chafó el plan con un precioso gol aprovechando la pasividad defensiva blanquiazul. Un rato antes, Caballero abortó una escapada del holandés. El empeño de los de Pellegrini descendió y Bartra metió el tercero.
La Rosaleda se dedicó a reclamar a Arnau y jalearlo. El técnico chileno le dio cuatro minutos para que recibiera los piropos de la que ha sido su afición durante una década. Una decáda que se cierra y que deja paso a una etapa que promete ser maravillosa a poco que se hagan bien las cosas en los despachos. Hay base y un estilo, ahora toca dotarla de otras piezas y complementos.