El Málaga se encontró con la oposición de un Atlético de Madrid aguerrido, llevando el juego al límite del reglamento, sobre todo, en la primera mitad. El plan de Simeone sirvió para desconectar a Isco, que sufrió varias entradas que Pérez Lasa decidió cortar con una amarilla por reiteración.
El árbitro señaló 25 faltas al rival del Málaga, pero a veces pecó de dejar jugar en exceso. Especialmente duro al inicio se mostró Filipe Luis, que pudo ser amonestado por una entrada a Eliseu y minutos más tarde se llevó la amarilla.
Eso sí, se ha encontrado una manera efectiva de hacer que el Málaga pierda el control del juego o, como mínimo, de ese monopolio al que nos había acostumbrado. No sólo Isco se llevó lo suyo, también Eliseu fue objeto de faltas (algunas claras y no señaladas). Se asfixió a Joaquín -que recibió cinco faltas- y los laterales Gámez y Monreal recibieron recados atléticos. Monreal se quejó hasta en dos ocasiones del juego de codos de Falcao, cosa que también reclamó Demichelis cuando le tocó emparejarse con Godín.
Aunque el Málaga también supo ser intenso y tiró de faltas tácticas (como por ejemplo en las tarjetas que vieron Camacho, Iturra y Monreal). Pero al final del choque, la única acción de este tipo que pudo ser determinante es la falta que Weligton pide de Falcao que originó el 2-1 definitivo. Pellegrini tendrá que tomar nota para cuando vuelvan a intentar secar su manantial (léase Isco y Joaquín especialmente) a patadas.