F. Godoy IIIEl Málaga vuelve a ser el Málaga en La Rosaleda. Funcionó bien en lo colectivo sin necesitar de un partido soberbio de cada uno de sus jugadores. La goleada fue corta ante un Granada que se desmorona a pesar de contar con unos muy buenos futbolistas. Pero sin gol no hay paraíso. Y así le luce el pelo a cada uno en la Liga.
La estadística ya no es tan despiadada con el Málaga, que centrado en la Liga ya lleva dos triunfos brillantes en casa seguidos. Sin Champions o Copa que despiste, toca asentarse en la zona Champions, donde Betis y Getafe están plantando batalla cuando a quien se esperaba era a Sevilla y Valencia. Cosas del fútbol.
Pasó la primera mitad más rápida que nunca porque el partido fue entretenido a más no poder. El Málaga estaba de pico alto, consecuencia obvia del descanso reciente de sus estrellas. Pero el Granada no fue un equipo oscuro y asustadizo. Intentó jugar de poder a poder, a poner el fútbol de cada uno en la balanza.
En eso, normalmente, el Málaga suele salir beneficiado. Con Monreal de vuelta (aplaudido desde el primer balón que tocó), Pellegrini pudo poner el once que más le gusta en casa. Con la línea de cuatro formada por el indescifrable Eliseu y los tres jugones -Portillo, Isco y Joaquín- y por delante un móvil Saviola. Así, el Málaga se suele gustar.
Destacó sobre todos Joaquín, que sigue sumando actuaciones espectaculares a su cuenta. Sí, sí, irregular... El gaditano abrió el marcador después de un error de la zaga granadina, haciendo alarde también de su prodigiosa cintura.
Lo cierto es que el Málaga tenía más balón, pero no se tradujo necesariamente en ocasiones claras. De hecho, tuvo más el Granada, que a la contra y a balón parado hizo daño.
Sin embargo, el Málaga volvió a morder. Avisó Gámez con un disparo tan impropio de él como sensacional que chocó con el larguero en pleno efecto. Al poco, Saviola puso el 2-0 después de romper a un rival en el área y disparar seco a los bajos de Toño. El Málaga se gustaba, sí, intentaba combinar como siempre, pero algún desajuste provocó más peligro del debido.
Afortunadamente, el Málaga tiene un ángel de la guarda con poco pelo y reflejos de gato. Willy frenó a Ighalo por dos veces y a Torje. Entre el argentino y la mala puntería, todo siguió como marchaba.
Movieron ficha los técnicos en la parada. Monreal, de reestreno hoy, dejó su sitio a Iturra, con la consiguiente reestructuración de las piezas. Anquela, quitó al polémico Dani Benítez y dio entrada a Jaime.
Bajó una pizca la velocidad del partido en la medida que el Málaga jugó a masticar más sus posesiones. También la cantidad de ocasiones, consecuencia lógica. El Granada lo buscó de media distancia y también en una acción en la que Ighalo probó a Willy de nuevo y terminó con varios jugadores por el suelo. La réplica del Málaga fue una gran acción de Joaquín que desbarató Toño y un tiro de Portillo que lamió la escuadra. La sensación en ese momento invitaba a pensar que el marcador no se detendría en el 2-0.
Efectivamente, Joaquín sacó una falta lateral al punto de penalti. Se elevaron Weligton y Camacho. Lo celebró el maño, aunque en directo el remate fue confuso. El brasileño cabeceó y la terminó de desviar el centrocampista.
Ya todo era fiesta. La grada a su bola y los jugadores buscando el más difícil todavía. Fabricaron el cuarto Buonanotte y Santa Cruz. El paraguayo mandó un pase cruzado de 40 metros al Enano, que empezó con un control defectuoso y terminó asistiendo de fábula al propio Roque. El delantero, huérfano de goles, controló de maravilla y definió como mandan los cánones.
El resto fueron cánticos de las aficiones. Se unió La Rosaleda para pedir el "Anquela, vete ya" y luego oración por Manuel Pellegrini. El Ingeniero de todo esto para lo bueno y para lo malo. El chileno, por cierto, le debía una a Anquela por el 'Alcorconazo'. Le deja herido de muerte.