F. Godoy IIIEl Málaga sigue en Oporto en espíritu. O algo así. Desde luego, en el Villamarín no se presentó. Derrota humillante ante un Betis que ganó por incomparecencia del rival, un espectro parecido al Málaga. Tiene trabajo Pellegrini por delante. Sobre todo psicológico. No será sencillo levantar esta situación.
El 3-0 de la primera mitad fue un milagro. Porque el Betis, superior en todo, derribó al Málaga de dos cabezazos, marcó uno más de penalti-fantasma y perdonó otro ramillete de goles cantados hasta que Pabón firmó la sentencia. La segunda mitad sobraba, pero había que jugarla.
Unos 30 segundos tardó el Betis en azotar al Málaga y mandarle a la lona. Salió en estampida, forzó un córner y Jorge Molina puso el primero en el marcador. Un córner mal cerrado por Joaquín y mal defendido por Sergio Sánchez, que dejó que Molina rematase cómodo. El propio delantero alicantino pudo hacer un par de ellos más. Remató fatal un pase de Juan Carlos y luego se encontró a Willy en una contra.
Lo más preocupante no era eso. Las llegadas béticas eran consecuencia de la impotencia malaguista. El equipo de Pellegrini andaba desubicado, incapaz de echar el balón al piso y superar la presión verdiblanca. Intensidad y orden, los grandes enemigos de este Málaga.
Cuando parecía que el Málaga se empezaba a despejar de los primeros golpes, llegó otro cabezazo letal. Beñat la puso en el mismo corazón del área y Mario se comió a Demichelis. Inapelable. 2-0 y la sensación de que no se podía escapar vivo del Villamarín.
Pabón y Juan Carlos amenazaron a Willy, desprotegido por su defensa. Se espera contundencia de un equipo que se protege con Demichelis, Lugano, Toulalan y Camacho. Pero el sistema defensivo se sustenta, además, del acompañamiento del resto de piezas.
El despropósito estuvo a punto de desembocar en tragedia. Mano de Camacho y penalti. Jorge Molina chutó potente. Su disparo fue al larguero y botó dentro de la portería. El árbitro y su asistente dejaron seguir la jugada. Molina cazó su rechace pero volvió a toparse con Willy, el único sin fisuras. Juan Carlos tampoco acertó tras el despeje del argentino.
El vendaval bético era tremendo. El Málaga parecía un pelele en su manos. Pero lo peor era ver que nadie tenía un gesto de rabia en el cuadro malacitano. El descanso era un premio para los hombres de Pellegrini, que tenía el gesto torcido y los brazos cruzados. Impotencia en definitiva. Su gozo en un pozo. Sobre la bocina Pabón dio la estocada definitiva. Willy hizo una parada tremenda, como es costumbre, pero ya nada pudo hacer con su segundo intento.
El Ingeniero trató de reactivar al equipo cambiando a Toulalan e Isco por Baptista y Piazon. Tampoco le supuso al Málaga nada del otro mundo. El Betis seguía siendo dominador, pero cada vez le importaba menos dejarle el cuero al rival. Sólo Mel exigía desde su área técnica más actividad física al cuadro heliopolitano.
El colmo llegó en el minuto 62 cuando Camacho vio la segunda amarilla y se marchó a la ducha blasfemando. Pellegrini introdujo a Iturra a costa de Saviola. Entregada la bandera, buscaba perder la menos sangre posible. El Betis aceptó la rendición del Málaga (salvo tímidas y esporádicas acciones, sobre todo béticas). La segunda parte fue más propia de un bolo veraniego. La competición había sido en la primera parte. Y el Málaga no se presentó.