Es Noticia
Athletic
1-0
Málaga

Crudos para este reto

Rosales, durante el partido. / @Malagacf
F. Godoy

El Málaga está aún crudo. No es ni crítica, es constatar que está verde, que muchos de sus hombres no están preparados para retos como pasar una ronda contra un equipo de colmillo retorcido. Se acaba el sueño, una oportunidad única de convertirse en leyenda. Pero tranquilos, todavía hay una bala. Ir a Europa por la vía liguera.
Nos podemos rasgar las vestiduras y focalizar las iras sobre Velasco Carballo. A tan oscuro personaje no se le va a descubrir ahora, pero si el Málaga se queda sólo con eso, se está haciendo mucho daño. Después de un buen puñado de partidos en este mes de enero tan cargado, hay que analizar el estado de la plantilla. Ahora sí se puede decir que ha perdido fuelle.
Puede que más de uno decidiese que su corazón no estaba para ver la segunda parte del Athletic-Málaga. Porque aun sin ocasiones, era tal la tensión que se respiraba en el ambiente, que ponía cardiaco al más tranquilo. Tablas al descanso después de una primera mitad en la que no hubo un dominador claro, aunque quizás los locales gozaron de mejores opciones.
El Málaga apostó fuerte de arranque. Javi Guerra, Amrabat, Juanmi y Horta. No era poca cosa, prácticamente todo el potencial de fuego puesto a la vez en el campo. Y la puesta en escena gustó. Bien plantado y serio, aguantando ese tópico que es el inicio de los partidos en San Mamés.
Se dice que es clave aguantar los primeros 15 o 20 minutos vivo en Bilbao. Y el Málaga logró dificultar la salida del Athletic y obligarle a un juego más directo. Pero tras un cuarto de hora, llegaron ocasiones del conjunto rojiblanco. Primero Aduriz, que cabeceó un balón fuera gracias a que Antunes anduvo rápido para estorbarle. Y más tarde Ochoa evitó el primero de Muniain. Eran dos o tres minutos de agobio incesante para el Málaga.
Hasta ese momento los blanquiazules apenas habían sumado una llegada en la que Javi Guerra tropezó en el área. Se amagó la reclamación del penalti, pero no era tal. También parecía que iba bien dirigido un cabezazo de Angeleri, que la chepa de De Marcos desvió a córner.
No amenazó nada más a Herrerín el equipo de Gracia, que era un nervio en la banda. Y más cuando por fortuna el asistente de Velasco Carballo -que sin grandes polémicas condicionó ligeramente el partido con su criterio de faltas y tarjetas- anuló un gol de Susaeta en claro fuera de juego tras un remate de Aduriz que Ochoa sacó. Y poco antes del pitido que marcaba el fin de la primera mitad, Muniain volvió a probar fortuna con un disparo cuya rosca tuvo la suficiente imprecisión como para irse por la línea de fondo pero muy cerca del poste.
Quedaban 45 minutos 'molto longos' en San Mamés. Con un marcador que invitaba a la prórroga y una tensión que iba in crescendo. Y llegó el zarpazo del Athletic. De una falta lateral a favor del Málaga a una contra en la que el portero conectó con Beñat y este con Susaeta (¿en fuera de juego?), que condujo el balón hasta asistir a Aduriz, que la remató con todo a favor. Imperdonable acción de los blanquaziles, tomados por pardillos.
Pero hubo amor propio y reacción. Y llegó el empate, pero Velasco y su asistente decidieron que no valía. Marcó de cabeza Javi Guerra de manera legal, pero Juanmi en el nacimiento de la jugada estaba en orsay. Entiende que interviene aunque no la toque...
Olía a ruptura de partido. Y eso benefició al Athletic, que gozó de varias ocasiones más y claras. Andaba desquiciado el Málaga, que parecía no estar preparado para asimilar el golpe. Y el rival se sentía cómodo. Gracia tiró de los Samus por Horta y Juanmi, buscando frescura y trabajo.
Después de un remate que se fue fuera de Laporte y y un tiro seco de De Marcos, el Athletic decidió guardar la ropa. Y el Málaga se la jugó quitando a Recio y metiendo a Duda. Y poco a poco fue ganando metros y contando acercamientos (que no ocasiones).
Valverde jugaba con el reloj y se iba blindando poco a poco. Mikel Rico primero y más tarde Iturraspe. El Málaga, de todos modos, no chocaba contra la pared del Bilbao. Tropezaba, sí, pero contra su propia ansiedad, contra su falta de temple para cocer alguna jugada que no naciese del ansia. Porque no es una cuestión de futbolistas analizados de manera individual, es como bloque. Como tal, a pesar de estar bien trabajado, le falta cuajo, poso, tablas. Y por eso, goteo de faltas y fueras de juego al margen, no está en semifinales.

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