Los motivos de una decisión precipitada en los últimos días

Moayad Shatat se marcha del Málaga para sorpresa de muchos, de casi todos. Ha sido una decisión relativamente imprevista que se precipitó en los últimos días y que se terminó de cocinar en la noche de este martes. Tres años de mucho desgaste, con los roces lógicos de una convivencia profesional a ritmo frenético y trastabillado y, sobre todo, con desavenencias presentes con la propiedad y relativas al futuro. Shatat sentía que su ciclo se cumplía y esperó a final de temporada para terminar de decidirse y comunicarlo.

Lo ha hecho de una manera muy personal, emitiendo una carta que mandó al club a primera hora de la mañana del miércoles. La nota se lanzó pasado el mediodía y tras disputarse una pachanga de final de temporada en el estadio La Rosaleda entre empleados blanquiazules y la prensa. Muchos de los periodistas que cubren la información del Málaga estaban tomando un refresco en el propio club cuando se conoció la noticia, que cayó como una bomba también en las oficinas. Casi nadie sabía ni intuía absolutamente nada.
Lo cierto es que la determinación la empezó a rumiar Moayad Shatat en la Junta General de Accionistas del pasado diciembre, cuando se nombró como consejero delegado y vicepresidente a Nasser Al-Thani, el mayor de los siete hijos del jeque, ahora sustituto de Shatat. El hijo del dueño quería ejercer. Y así será. El relevo estaba en la casa. Eso también minó la confianza de Shatat, con un comprometido papel en la sombra, pero vital en la transición que ha experimentado el club en los últimos tres años.
Shatat se va sin dejar enemigos y sin llevarse mal con nadie, pero el futuro de la entidad, incierto en su desarrollo y en lo que se refiere a inversiones externas (no solo chinas, ojo), posible venta y otras opciones de financiación, trajo ciertas, tal vez lógicas, desavenencias y desacuerdos con el rumbo que se debía tomar. Shatat era partidario de aceptar inversiones extranjeras, lo que choca con los intereses más conservadores de los propietarios. Eso le hizo sentirse incómodo, a lo que se unió el pensamiento de que su ciclo se había cumplido y el 'relevo natural' de Nasser. Estos hechos, entre otros, le han empujado a dimitir.
En el club tendrán que lidiar ahora con el hijo del jeque, el hijo del dueño, quizás joven e inexperto para ser el CEO de la entidad. Se presentan días convulsos tras la marcha de un bastión importante en Martiricos en los últimos tres años y la necesidad de ver cómo se recompone todo y qué papel toma (si es que lo hace) el presidente del club, que sigue siendo el mismo de los últimos años a pesar de su silencio administrativo y su conservadurismo, el jeque Abdullah bin Nasser Al Thani.