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Ochoa se abre: México, Málaga, clembuterol, ídolos...

ElDesmarque

Jugar no es lo único que ha hecho últimamente Guillermo 'Memo' Ochoa. El internacional mexicano también ha abierto la veda para poder ser entrevistado por los medios de comunicación locales y nacionales, algo que no pasaba durante su etapa en el banquillo del Málaga. Ahora, como titular, se empieza a soltar y se deja conocer un tipo que es toda una figura mediática de primer orden en su país.

Ochoa atendió al diario AS, de donde se recogen declaraciones más que interesantes: "Vine para ser titular, sí, aunque eso ya lo dije. Cuando llegué aquí, tras el Mundial de Brasil, tenía varias ofertas encima dela mesa. Y fui un afortunado, ya que pude elegir. La situación en Málaga era interesante, más después de la salida de Willy Caballero. Llegué bajo la petición del cuerpo técnico y todos sabemos la historia". Pero no todo fue negativo: "¿Lo mejor que me ha pasado en Málaga? El nacimiento de mi segundo hijo. De eso me voy a acordar toda la vida. El apego será para siempre y el cariño eterno para esta maravillosa ciudad. Esté aquí o no, mi hijo querrá volver, sin duda".
El cancerbero cuenta su historia, marcada por una alta presión desde joven: "Comencé en el América, donde había mucha presión y tuve que demostrar que valía para defender esa portería. Allí hay mucha historia. Era muy joven, pero lo conseguí. Llegué a Francia con el paso de los años y no me quedaba otra que silenciar críticas. Quería demostrar que podía jugar en Europa, donde no habían jugado porteros mexicanos".
Y si era duro estar en un grande de su país, la selección mucho más: "Allí tampoco lo tuve nunca sencillo. Siempre sucede algo, siempre. O cambian de entrenador o de repente pasan cosas. Y ahora en Málaga tuve que volver a pelear, a competir y no son cosas que uno quiere, pero que también te hacen crecer y más fuerte, estar mejor preparado y sentirte mejor como persona".
Volver a jugar con México es algo que siempre tendrá ahí Ochoa, pero echa balones fuera: "No pienso en ello. Sólo quiero jugar en el Málaga. Hay cosas que no dependen de mí. Demostré en la selección durante muchos años mi compromiso. El día que me llamen, estaré listo, pero prefiriero enfocarme bien con mi equipo".
Ochoa cuenta por qué terminó jugando en el Ajaccio, una historia rocambolesca: "Allí me abrieron las puertas en un momento complicado. Salió el asunto de clembuterol y por eso se vino abajo el acuerdo que tenía cerrado con el PSG. No sabían qué iba a pasar y estábamos en pleno proceso y tiempo de fichajes. Me decían que no podían arriesgar. Ese es un problema de salud en México. Le inyectan hormonas a los animales para engordarla. La comimos cinco jugadores de la selección (Maza Rodríguez, Antonio Naelson, Edgar Dueñas, Christian Bermúdez y el propio Ochoa) y nos sancionaron unas semanas".
Así que Ochoa fue blanco de muchas críticas: "¡Buah! Ni se imagina. Nos dijeron de todo. Desde que éramos unos irresponsables hasta que no nos cuidábamos. ¡La carne la comimos en el Centro de Alto Rendimiento, el lugar de concentración de la selección!". En su país pensaba que era el centro de atención, algo que al llegar a Europa percibió de manera radicalmente opuesta: "Cuando estás en México crees que todo el mundo te está viendo, que lo conoce todo de ti y del campeonato. Y no es así. Llegas a Europa y te inflan a preguntas, sobre el campeonato, los jugadores más importantes. Te das cuenta de que en México se vive en una burbuja. Estar en Europa te abre los ojos".
Como todo futbolista, tuvo ídolos. Y no está nada mal el ramillete de porteros que tuvo como referentes: "De pequeño tenía a Adolfo Ríos, portero del América. Ése fue el primero, cuando era pequeñito. Luego, el colombiano Óscar Córdoba, Edwin van der Saar, Gianluigi Buffon, Peter Schmeichel. En México, Jorge Campos o en España Santi Cañizares".

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