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Un año de la fuga de Shatat

ElDesmarque

Pasan tantas cosas en el Málaga al cabo de un año, que algunas parecen hasta exageradamente lejanas. Pero no. El 3 de junio de 2015 saltaba una de las bombas del intenso verano del club de Martiricos, Moayad Shatat dimitía como vicepresidente y se desligaba de toda relación con el jeque Al-Thani.

Fue poco después de intentar forzar al propietario a aceptar alguna de las ofertas de venta del club (especialmente a un grupo de capital asiático), que finalmente rechazó Al-Thani. La versión de la parte de Shatat (y del entorno de Casado) es que había sido el propio jeque quien le había pedido que encontrase comprador o se quitase de encima como fuera el Málaga.
Otros aseguran que Shatat se fue antes de lo que echaran. Al poco tiempo en Catar se publicó formalmente por parte del sheikh que dejaba de tener vinculación alguna con sus empresas. Fue Nasser Al-Thani quien, a partir de ese instante y en teoría, recogía su testigo. Es curioso, porque el 25 de octubre de 2015 Shatat se dejó ver de nuevo en el palco de La Rosaleda. Todavía estaba Casado al frente de la entidad. La siguiente vez que se pudo ver a Shatat fue en el juicio por el despido del ya exdirector general.
Shatat había sido el hombre encargado de apagar alguno de los fuegos que había en el Málaga tras la etapa de opulencia guiada por Abdullah Ghubn. De un perfil más bajo, el vicepresidente ejecutivo era cualquier cosa menos un divo. Huía de las cámaras y de las entrevistas siempre que podía. En su mochila también están las relaciones con Bluebay y con Edmundo Kabchi, además de trabajar codo con codo con Vicente Casado.

 
 

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