La Rosaleda sí estuvo a la altura

La Rosaleda respondió a la llamada. Se vivió un ambiente de grandes tardes en Martiricos, con las gradas casi llenas y un colorido y una atmósfera muy proclives. El equipo volvió a jugar un día de fin de semana por la tarde y se dejó notar a todos los niveles. Los datos oficiales de asistencia parecen algo cortos: 23.716 espectadores que rugieron como la ocasión requería espoleados por la Grada de Animación, muy a la altura de las circunstancias.

Y eso que el Málaga no dio motivos para ello. La primera parte fue pobre, sin apenas ocasiones y con un gol en contra al borde del descanso. Pero la afición siguió animando y apoyando a los suyos. Sí hubo pitos y con razón en la marcha a vestuarios por el descanso, pero no durante el choque, donde cualquier pase bien dado era motivo de empuje. El público estaba agradecido con poco y encontró motivos para la esperanza en la segunda parte. Los cambios de Ontiveros y Juankar surtieron efecto a priori. Y en un minuto el equipo logró el empate y dejó al Alavés con diez.
Pero ni por esas, cuando la inercia del partido empujaba a la remontada, nuevo petardazo blanquiazul y decepción en la grada que señaló a Demichelis tras su error en el tanto del Alavés y que silbó al equipo. También hubo gritos tras el encuentro de un sector de la Grada de Animación contra el director deportivo Francesc Arnau. Tarde triste en La Rosaleda en la que la afición sí estuvo muy a la altura.