Sandro Ramírez volvió a cuajar otro partidazo en La Rosaleda. El canario, ante la atenta mirada de Koeman (técnico del Everton), está tocado por una varita y, pese a que estuvo fallón en la primera parte, donde chocó varias veces contra Sergio, volvió a ser decisivo en la segunda mitad provocando el penalti que convirtió Recio y luego cerrando el marcador en el tramo final del partido, su gol número 14 en Liga y el 16 en competiciones oficiales. Lleva siete dianas en los últimos siete partidos. Una barbaridad.
Por eso, La Rosaleda volvió a pedirle que se quedara, como viene ocurriendo en los últimos partidos. Lo hizo en el minuto 19, el de su dorsal, con cánticos coordinados y potentes: “¡Sandro, quédate!” y el ya habitual: “¡Qué bonitos son los goles de Sandrito!”. Los mismos se repitieron en diversas fases del partido en otra noche mágica de Sandro en Martiricos.