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Más La Rosaleda que el Mini-Bernabéu

ElDesmarque

La Rosaleda vivió una jornada extraña. Era el último partido de Liga, el Madrid se jugaba el campeonato y el Málaga mantener la undécima plaza, que ya la tenía justo antes de empezar gracias a los tropiezos del Valencia y del Celta. Durante toda la semana la comidilla fue la reventa de abonos y se temió que Martiricos se convirtiera en un Mini-Bernabéu, alimentado en cierta parte por los medios nacionales. Lo cierto es que hubo muchos más madridistas de lo normal, pero los blanquiazules fueron mayoría.

La Grada de Animación contagió antes, durante y después del partido. Contrarrestó a la zona de animación blanca y a los focos localizados de aficionados merengues. Lógicamente, cada espectador tendrá su propia percepción en función del lugar en el que se ubicó, pero en líneas generales prevalecieron los cánticos malaguistas en la gran mayoría de las fases del partido.
“Estamos hasta los huevos del Barcelona y del Madrid”, fue de los soniquetes más escuchados, además del clásico “Madridista el que no bote”, y bromas sobre Cristiano, que fue muy criticado. También hubo cariños a Isco, cuando su nombre anunciado por megafonía y al ser sustituido: “¡Isco es malaguista!”, y a Sandro: “¡Sandro, quédate!”, y a Duda, y al resto de capitanes, con loas y pancartas, además de silbidos cuando se entonó desde la zona blanca: “¡Campeones!” o cuando se celebró uno de los goles del Éibar.

 

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