No llegó a jugar la Champions con el Málaga, pero fue clave para llegar a la misma y dio un gran año de fútbol, goles y asistencias. No en vano el balón que cabeceó Rondón para acariciar el cielo con los dedos salió de sus botas. Cinco años después Santi Cazorla vive una coyuntura opuesta. Las lesiones le han perseguido hasta el punto de que se ha pensado la retirada. Y apenas tiene 32 años.
El mediapunta asturiano fue sometido el pasado lunes a una nueva operación. Otra más en un largo historial de percances que se han agravado durante sus últimos meses en Londres. Cazorla, uno de los ojitos derechos de Arsène Wenger, debe enfrentarse a un nuevo y largo periodo de recuperación que le obligará a estar de bajas, como mínimo, hasta invierno. En total, más de un año sin poder calzarse las botas. No lo hace desde octubre.
"Está siendo una temporada complicada. He pasado ocho veces por el quirófano, la última ayer. Esperemos que todo vaya a mejor...", afirmó en la 'SER' la noche del martes. El Cazorla feliz y sonriente que siempre ha conocido el fútbol ha dejado paso a uno serio y preocupado. Las lesiones le han cambiado la fisonomía: pasado de peso y peinando algunas canas se dejó ver en la reciente final de la FA Cup que jugó (y ganó) su equipo al Chelsea.
"Desde noviembre he tenido complicaciones: cogí bacterias en el quirófano, se me infectó un hueso... La cicatriz no se me cerró y me hicieron un injerto de piel", señaló. El tobillo derecho ha sido su maldición desde entonces. Cazorla reconoció en la misma entrevista que llegó incluso a pensar en la retirada, aunque seguirá intentándolo. "Te apetece tirar la toalla, pero las ganas de jugar al fútbol están por encima. No me han dicho plazos, es muy difícil poner fechas, pero creo que de cinco meses no va a bajar. No quiero pensar en el futuro. Sólo quiero jugar", admitió Cazorla sobre su calvario.