Alexander Szymanowski será una de las amenazas del Leganés este domingo en La Rosaleda (18:30). Su apellido, tan ilegible como difícil de escribir, delata antecedentes polacos y coincide con el de uno de los grandes músicos del siglo XX en aquel país: Karol Szymanowski. Sin embargo, el extremo zurdo es argentino y vive desde los 12 años en España, donde se trasladó por necesidad con su humilde familia. Su vida azarosa y obrera le paseó por numerosos equipos hasta su explosión y debut tardío en LaLiga Santander con el Leganés.
Antes de recalar en Butarque, Szymanowski desfiló por las canteras del Real Madrid y del Atlético de Madrid y por varios conjuntos de la clase media-baja española. Uno de ellos fue el Antequera, aunque pocos lo recuerdan. Corría la campaña 2009/2010 y los antequeranos acababan de bajar a Tercera División tras disfrutar por segunda vez en su historia de la Segunda División B. La intención del club por entonces era la de hacer un proyecto para volver a ascender y llegaron para la causa varios jugadores avalados por un mismo representante y procedentes de la zona de Madrid: José Vega, Saúl… y un tal Szymanowski.
No fue un año fácil ni para el Antequera ni para el futbolista argentino, ya que el equipo no alcanzó las expectativas deportivas creadas y su presidente dejó de pagar a los jugadores a mitad de curso. Los ‘foráneos’ pasaron por grandes apuros económicos (sus sueldos no llegaban a 500 euros) y el propio entrenador, el exjugador Óscar Mena, asumió la manutención de algunos, entre ellos Szymanowski, en su propia casa. En lo futbolístico, el argentino rindió a buen nivel disputando un total de 33 partidos, anotando 6 goles y formando en un equipo con Quini, que también terminaría jugando después en Primera.
Tras abandonar Antequera en 2010, el ahora héroe del Leganés, volvió al San Sebastián de los Reyes, y pasó por el Alcalá y el Recreativo antes de emigrar a Dinamarca para fichar por el Brondby. En 2015 regresó a España y subió y debutó en Primera con el Leganés, equipo con el que mañana volverá a La Rosaleda ya consolidado y asentado en la élite, aunque con el recuerdo de ese humilde pasado antequerano.