El duro reactivo de Camacho y el adiós de Juande

El Málaga CF no tiene una relación especialmente buena con la Copa del Rey. En la última década ha habido dos opciones de pasar a semifinales por primera vez como Club de Fútbol. En la campaña 2012/13, el año de la Champions, el equipo combatió con el Barcelona, entrando en el último cuarto de hora del combate igualado (2-2 en el Camp Nou y 2-4 al final en La Rosaleda). En la 2014/15, aquel gol anulado a Javi Guerra en San Mamés impidió llegar a semifinales.

Pero en las dos últimas temporadas se ha vuelto a las andadas. A principios de siglo hubo eliminaciones sonadas con equipos de inferior categoría: Ceuta, Ciudad de Murcia, Xerez, Lorca o Baza eliminaron al Málaga en instancias tempranas de la competición del KO. La reforma de la competición y la mejora de la calidad del equipo pemitió soñar con cotas altas más de una vez. Mirandés y Córdoba devolvieron al equipo a la realidad.
El caso es que el Málaga lleva cinco derrotas seguidas en partidos de Copa del Rey. La citada de San Mamés ante el Athletic y los cuatro partidos de las dos últimas temporada. En la campaña 2015/16, la segunda de Javi Gracia en el cargo, el Málaga perdió en Miranda de Ebro en la ida (2-1) y en la vuelta en La Rosaleda (0-1). Resultó sonada la rajada de Camacho, en plan capitán, tras el partido de vuelta. "No consiento la falta de ambición, no dejarse todo en el campo. Que cada uno se vaya a su casa y lo piense, pero este camino no es el bueno. Debe ser un punto inflexión", dijo Camacho. Y lo cierto es que el equipo reaccionó desde entonces, pues en la Liga la situación era bastante dura también. El equipo estaba en descenso en el primer tercio de competición, pero entre medias de esa eliminatoria se ganó en Vallecas y el equipo encadenaría cinco victorias y peleando por Europa.
El año pasado, la eliminación ante el Córdoba (1-0 en la ciudad califal y 3-4 en La Rosaleda) aceleró la marcha de Juande en el último partido de 2016. La marcha era correcta en Liga, en mitad de tabla aunque se soñaba con pelear por Europa, pero el técnico manchego ya veía cosas que no le gustaban. Fue, de alguna manera, la espoleta para que Juande acabara con el proyecto. Fue también el día en que La Rosaleda fue cruel con Boyko, apuesta personal del entrenador, que se fue llorando tras una mejorable actuación.
La Copa y el Málaga no se han llevado muy bien en las últimas temporada, pero Míchel, como muchos piensan, no aboga por tirarla. Nunca se sabe dónde puede estar la llave del tesoro del cambio de viento.