Iván Rodríguez (Alameda, Málaga, 30/04/1996) fue la cara en un partido de cruces. El rayo de sol en la tormenta. Su debut oficial con el Málaga llega cuatro años después de su primera vez oficiosa. Entonces era Bernd Schuster el entrenador blanquiazul y aquel ‘32’ que lució tiene hueco preferente en la habitación de su casa. Entre medias, Iván acarició la gloria de sentirse importante y bajó a los sótanos por una grave lesión de rodilla que le obligó a pasar dos veces por el quirófano y a estar ocho meses en la sombra.
Por eso su debut tiene aun más contenido si cabe, por caer y tener la tenacidad de levantarse en un momento tan delicado en la carrera de un futbolista. “Fue difícil, con una recuperación muy costosa y una infección incluida. Pero me lo tomé como una mala racha”, confiesa Iván a ElDesmarque, reconociendo que le costó “mucho arrancar después de un año parado”. Fue Manel Ruano de los que más creyó en su recuperación: “Llegué faltando cuatro partidos de la temporada pasada y no dudó en ponerme desde el principio y darme la titularidad”, recuerda. Fue un buen estímulo para olvidar su lesión y los dolores. Y para espantar a los fantasmas.
Este año ha rendido a un gran nivel en el Atlético Malagueño. Ha vuelto por sus fueros. Es el capitán del filial de Dely Valdés y desde la llegada de José González ha contado con más confianza en el primer equipo para entrenamientos y amistosos. Una confianza que también siente desde la dirección de La Academia: “Antonio Tapia tiene gran parte de culpa de este debut porque desde que llegó su trato y la confianza que ha depositado en nosotros ha sido increíble”.
A punto de cumplir 22 años, Iván encarna a la perfección la escalera de un canterano. Llegó al club en alevín de segundo año, tras marcar cien goles en La Unidad, el equipo de su barrio, y once años después corona la cima del primer equipo con su primer partido oficial. Y encima contra el Real Madrid, con lo que ello conlleva. Pero su cuento, cuidado, tiene su génesis en Alameda, en las pistas de su pueblo. De allí se siente y allí vivió hasta que a los ocho años su familia se asentó en la ciudad. Curiosamente, el Málaga lo rechazó de primeras: “Hice una prueba cuando llegué de Alameda, pero me dijeron que no”. No tardaron mucho en llamarle de vuelta para aquel equipo en Alevín Preferente, donde empezó como central hasta que en infantil se recicló al lateral, su posición natural y en la que comenzó a destacar.
Esta campaña, lesión mediante, cumple su quinto año en el filial. Empezó con la hornada de Juanpi, Castillejo o Borja Jurado, del que confiesa haber aprendido mucho: “Era un cañón”, y poco a poco Iván se hizo con un sitio en el segundo equipo y miró de frente al primero, aunque no fue hasta este domingo cuando se presentó oficialmente ante La Rosaleda. “Me encontré muy tranquilo y muy calmado a pesar del rival. Tenía muchas ganas, y cuando vi que Miquel pidió una pastilla porque se sentía mal, pensé que podría tener mi oportunidad”, señala.
Iván también recordará para siempre que en su debut oficial con el Málaga salió a la 1:00 de la madrugada del estadio. ¿El motivo? Le tocó control antidoping. “No salía bien la prueba”, relata simpático el malagueño, que tuvo de compañero de espera a Sergio Ramos, del que se llevó la camiseta. La suya, la ‘35’ blanquiazul, también la enmarcará, como otras tantas de sus amistosos importantes con el primer equipo. Aunque la de ayer tendrá un valor especial, el calado de un estreno oficial ante el Madrid no es cualquier cosa y el joven zaguero da fe de ello con su móvil, que no deja de sonar: “Entre anoche y hoy he intentado contestarles a todos, estoy muy agradecido y muy contento por ver cómo se han acordado de mí”.
Por seguirlo y por conseguirlo, el debut de Iván Rodríguez es el fruto de la constancia. Hoy es el día de la resaca, el día después de su estreno en una noche gris para el Málaga, pero más amable para el futbolista de Alameda, que buscará mantenerse ahora arriba y brindar su polivalencia al cuerpo técnico del primer equipo, aunque sin descuidar que es “jugador del filial”. “Cada vez que subo a entrenar doy lo mejor de mí para buscarme un sitio en la primera plantilla”, asevera humilde. Este lunes, por lo pronto, volvió a entrenarse con los mayores y tras la próxima operación de Ricca tiene opciones de ir convocado nuevamente ante el Levante.