El Málaga ha firmado el mejor arranque posible. Tres partidos, nueve puntos. El estreno soñado de un equipo que en pocas jornadas ya tiene instaurado el ADN de su entrenador: Trabajo, compromiso y solidez son las notas colectivas de un conjunto que se ha acostumbrado a partidos de resultado exiguo y que se deciden por pequeños detalles… en las áreas. No hay que obviar la dinámica positiva que arrastra el Málaga y que ayuda más de lo que parece en partidos tan estrechos, pero la sensaciones y los números están ahí. Nueve de nueve en puntos, sólo un gol en contra en liga (dos tantos recibidos en los últimos once partidos contando la pretemporada) y muy pocos errores condenables.
Decía Muñiz hace una semana que "un Zamora asciende, un Pichichi a veces no...". Ambas figuras, las que marcan las diferencias en las áreas, son vitales en esta categoría, condicionan los objetivos. Pero también precisan de un equipo y de un entrenador. Y sin duda que los hay. El colectivo está sabiendo sufrir durante los partidos con mucho orden defensivo y altas dosis de esfuerzo y oficio, y el entrenador está optimizando al máximos sus recursos y los cambios.
En la portería, la figura de Munir transmite una sensación de tranquilidad notable y ya ha empezado a dar puntos con sus paradas. Su intervención en el tramo final del Almería-Málaga, con un prodigioso ‘mano a mano’, puso el triunfo a buen recaudo. Desde lejos y por alto también se emplea bien Munir, que tiene la competencia de otros dos grandes porteros como Kieszek y Andrés Prieto. “Munir ha salvado los tres puntos. Un portero decisivo es el que salva los partidos. Ha tenido pocas intervenciones, pero cuando ha tenido que intervenir lo ha hecho de la mejor manera posible”, decía Luis Hernández tras el derbi, mientras que Pacheco reafirmaba: “Munir es internacional y ha demostrado el nivel que tiene. Ha hecho una parada que salva el partido”.
En el otro área, el Málaga está presentando eficacia y veneno. El ataque blanquiazul presenta muchas virtudes y combinaciones, tanto en juego corrido como en balón parado. Harper es fijo, juega en cualquier posición del frente de ataque y se está descubriendo como un goleador. En pretemporada hizo dos y este lunes se estrenó en Liga. “Me ha agradecido el pase, pero el mérito es de él. Ha hecho una gran jugada”, decía Luis Hernández, génesis del solitario gol en Almería. “Su gol es una jugada para enseñarla en La Academia”, ensalzaba Muñiz. Al lado del fuengiroleño de ascendencia escocesa está Blanco Leschuk, pulcrísimo de movimientos y un ‘9’ a la antigua usanza. Y las balas aún guardadas de Héctor y Koné (únicos fichajes sin debutar junto a Kieszek y Haksa).