El Málaga regresaba a La Rosaleda con la herida del Reus todavía sin cerrar. La dura derrota frente al conjunto catalán hizo mucho daño, y dio lugar a algo que todavía no se había visto en el estadio blanquiazul esta temporada. La afición castigó a su equipo y hasta se burló en algunas acciones de los suyos, algo que dolió a Muñiz y a los jugadores. Este sábado, la visita del Lugo era idónea para firmar la paz, para que se diera una reconciliación necesaria...
El clima era frío. Más aun cuando La Rosaleda y el Málaga se volcaron con el pequeño Julen, que está en la cabeza de todos los malagueños y de toda España. Y el partido no arrancó nada bien para el conjunto blanquiazul, que encajó el 0-1 en el minuto 8 tras un error de Munir. La grada respondió de la mejor manera posible, alentando a los suyos con la voz cantante del 'Fondo Sur 1904'. Sin embargo, pasaba el tiempo y el Málaga no marcaba, no generaba peligro... Y llegaban los pitos. Volvía el sonido de viento a Martiricos, recordando a la aciaga noche de hace dos semanas ante el Reus.
El paso por los vestuarios lo cambió todo, y sobre todo el gol de Adrián. El equipo fue otro tras el empate y se vino arriba en busca de una remontada que acabó logrando gracias al testarazo de Jack Harper en el tramo final del encuentro. Júbilo en La Rosaleda, que veía como su Málaga volvía a ganar en casa y se colocaba líder de LaLiga 1|2|3. Se llegó a corear tímidamente el nombre de un Muñiz que lanzó un anzuelo a la afición en rueda de prensa tras el partido.
"Es importante el apoyo, la gente se vuelca y tranquiliza a los jugadores. Es importante que se sientan apoyados, el equipo da todo lo que tiene. Todos juntos somos capaces de conseguir muchas cosas", dijo el entrenador. Una comunión necesaria la que se dio este sábado en La Rosaleda que, por cierto, presentó la peor entrada del curso con 12.758 espectadores. Necesita reenganchar a la afición el equipo, y con victorias será más fácil.