Málaga es la siguiente parada en la trayectoria de Iván Alejo (Valladolid, 1995). El extremo baja un escalón para relanzar una carrera que hasta llegar a Getafe sólo discurría en línea ascendente. Al sur de Madrid el futbolista cumplía su segunda temporada en la Liga Santander tras descollar en el Eibar en la banda derecha de Ipurúa. El equipo armero le abrió la puerta de la élite y curiosamente debutó en La Rosaleda, el 20 de agosto de 2017. Entonces los vascos asaltarían Martiricos y pondrían la primera piedra de un curso fatídico.
Alejo entraría de refresco desde el banquillo. El vallisoletano sustituiría a Charles, que había marcado el tanto decisivo minutos antes de marcharse al banquillo. Poco menos de media hora tendría el jugador, que dejó algún eslalon interesante. Mendilibar lo introdujo para que aportase su principal virtud, la velocidad. Con el Málaga buscando el gol del empate, el extremo estiró el campo para los azulgrana. Esa característica es precisamente por la que llega a la Costa del Sol. Muñiz quería más aceleración en unas alas pobladas, aunque con algunos cromos repetidos para la filosofía del asturiano.
"A veces los sueños se hacen realidad. Feliz por mi debut en Primera División y por los tres puntos conseguidos en Málaga", escribía en su perfil de Instagram ese día. Tras sumar una titularidad en el Pizjuán una rotura parcial de la cápsula posterior de la rodilla izquierda le frenó durante dos meses. No le impidió consolidarse después en el once inicial durante 10 jornadas, aunque luego su participación fue más intermitente. Terminó jugando 22 partidos para 1.107 minutos y un gol al Espanyol. En verano cambió el Eibar por el Getafe, donde no gozó de continuidad. Bordalás le dio cuatro partidos ligueros y tres de Copa del Rey. Además, tras la lesión de Amath se fichó a Samu Sáiz, lo que daba fe de la confianza del entrenador en el extremo, que llega a Málaga para impulsarse de nuevo.