Se convive con la creencia de la complejidad extrema que requiere LaLiga 1|2|3, una competición pareja. Lo evidencia la ascensión del Osasuna, que llegó a estar en descenso en el inicio y ahora lidera la clasificación. Una subida meteórica de un equipo que vive en una nube. Los de Jagoba Arrasate, que amplió su contrato esta semana, ganaron 28 de los últimos 33 puntos. Un balance sobresaliente que le permitió ir subiendo escalones sin oposición alguna. Ahora, momentáneamente, la cima es suya, con 54 puntos.
A cuatro de los navarros está el Málaga, que llegó a estar 12 por encima. Cambió el panorama, que pegó un giro de 180 grados. Lo revirtieron los rojillos, que se convirtieron en un ciclón tras imponerse a los de Juan Ramón Muñiz en El Sadar, donde aún no conocen la derrota. Desde entonces, 14 partidos: 12 triunfos, dos empates (Albacete y Numancia) y dos derrotas (Las Palmas y Dépor). Unas cifras alucinantes que lo colocan como el gran favorito para el ascenso, aunque aún quede camino suficiente. También le hace jugar algunos partidos, como el del próximo lunes en La Rosaleda, en una posición preferencial. La brecha que se podría abrir con los malagueños sería notoria.
Su gran fortaleza radica en casa, donde sumaron 38 unidades. Le siguen con 30, una diferencia significativa, el Málaga, el Dépor, el Mallorca y el Alcorcón. A domicilio el equipo no es tan sólido, de hecho, no está entre los seis mejores. Perdió más partidos (6) de los que ganó (4). Otra de sus virtudes es su capacidad goleadora, con 36 goles anotados. Sólo los coruñeses (39) y el Cádiz (38) celebran más en la categoría de plata. Su potencial ofensivo con futbolistas como Juan Villar, Roberto Torres, Brandon o Rubén García está fuera de cualquier duda. Para esa parcela incorporaron a Robert Ibáñez, que no tenía continuidad en la élite española. Es el único fichaje invernal del Osasuna. Son los argumentos del tornado rojillo, que pasa esta semana por la Costa del Sol.