El Málaga cayó este lunes ante el Osasuna en un partido con dos partes muy diferenciadas. Una en la que el conjunto blanquiazul gestó sus mejores minutos de la temporada, con rápida y fluida circulación de balón y ocasiones; y otra en la que la eficacia y la calidad del Osasuna tumbaron al equipo de Muñiz, que careció de recursos ofensivos para remontar, de falta de reacción desde el banquillo con cambios tardíos, y de una manifiesta incapacidad para aprovechar la estrategia que le brindó el encuentro. Jagoba Arrasate tenía muy bien escrutado al Málaga desde la ida y cómo anular uno de sus puntos fuertes: la catapulta de Luis Hernández.
El club blanquiazul gozó en todo el partido de hasta nueve saques de banda cercanos al área rival que ejecutó con su afamada potencia el central madrileño. Sin embargo, el equipo los malogró todos y no terminó con ocasión clara ninguno, únicamente el de la última jugada del partido que ya no valía porque el colegiado Díaz de Mera había pitado el final. Es evidente que tras generar una cuantiosa suma de puntos al inicio de liga (cinco unidades directas con cuatro goles), y después de la larga lesión de Luis Hernández, los equipos tienen estudiado este aspecto vital del juego en la categoría, y más cuando el Málaga no encuentra otra vía asociativa en estático o a la contra.
Fueron, como decimos, nueve catapultas, todas con un guión parecido o previsible, incluso improvisado, y con Blanco o N’Diaye como claros objetivos de los saques. Tres llegaron en la primera parte, uno desde la izquierda (11’) y dos desde la derecha (36’ y 40’). El primero lo atrapó Rubén y los segundos quedaron muy cortos y pudo despejar la defensa rojilla. Los otros seis llegaron en la segunda mitad, cuatro desde la izquierda, donde Hernández recibía un balón seco en cada saque (54’, 69’, 91’ y 93’), y otros dos desde la derecha (71’, y 78’). El Osasuna acumulaba a todos sus hombres en el área, no concediendo ni siquiera opciones a segundas jugadas.
“Defiende como lo haríamos nosotros. Te metes en el área y despejas. Es más fácil defender que atacar. Ellos acumularon 10 en el área y uno en punta. Te obliga a meter balones frontales, a no ser que cojas una segunda acción. Son disputas y duelos que dependes que la segunda jugada te favorezca. Acumulación de defensores y delanteros, 20 tíos en el área", definió Muñiz tras el encuentro. Así, y sin muchas opciones de esas socorridas segundas jugadas ante la muralla rojilla, la catapulta más peligrosa llegó en el minuto 71, cuando Blanco trató de peinar en el primer palo, el balón botó y casi sorprendió a Rubén cuando ya estaba N’Diaye con la caña preparada.
Tampoco estuvo mucho más fino el Málaga en otras acciones de estrategia (no marca de pizarra desde la jornada 21 en Zaragoza). El equipo blanquiazul dispuso de cinco saques de esquina (todos en el segundo tiempo) y, lejos de sumar, restaron puesto que en el primero de ellos, tras un saque defectuoso de Renato, se generó la contra que dio el empate y las alas al Osasuna. Sólo en uno de esos córners el equipo acabó jugada con una ocasión (la volea con la derecha de Adrián). En la primera parte se lanzaron otras dos faltas laterales, también sin consecuencias. En total, el Málaga dispuso de 16 acciones a balón parado (11 en la segunda parte) y apenas inquietó a Rubén. Recuperar los buenos réditos de antaño se antoja imprescindible, y más ahora que los rivales parecen dejarle el balón al Málaga con lo que eso conlleva bajo el actual sistema.