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El Málaga de Ontiveros

Expandir v

Javier Ontiveros Parra quiere ascender a Primera con su Málaga. Y tiene condiciones de sobra para liderar al equipo en este tramo final de temporada, al que ha llegado más enchufado que nunca. Lo volvió a demostrar este lunes ante el Real Oviedo (3-0) dando un recital en La Rosaleda, provocando el penalti del primer gol de Adrián y marcando el segundo, una auténtica obra de arte que firmó al filo del descanso. El tercero lo marcó Cifu ya en el tramo final del encuentro tras una brillante acción de Blanco Leschuk, otra de las columnas de este equipo. El conjunto blanquiazul escala dos puestos en la tabla, se coloca quinto, deja a cinco puntos al Oviedo (más golaverage) y la próxima jornada sumará de nuevo de tres (Reus). Oportuno festín del Málaga ante su público. Debe ser un golpe de efecto y servir de impulso en la pelea por el ascenso.

Salía Víctor Sánchez del Amo con dos cambios en el once con respecto al duelo ante el Cádiz. Uno era obligado, la entrada de Luis Hernández por el sancionado Lombán, y el otro por decisión técnica. En lugar de Diego González, el técnico apostó por la velocidad y la profundidad del recuperado Juankar, que volvía a una convocatoria tras su larga lesión y lo hacía entrando directamente en el once.

La primera oportunidad del Málaga nació de sus botas. Luis Hernández, en una posición franca, remató centrado un buen centro suyo desde la izquierda. Pese a ese chispazo, empezó mejor el Oviedo, presionando muy arriba y haciendo daño con combinaciones rápidas a la zaga blanquiazul. Pero en el minuto 14 el que prendió la mecha fue Javier Ontiveros. Sacó un córner y el rechace le cayó a él mismo por la banda izquierda. No se lo pensó en marbellí, que encaró y rompió a Ibra con un recorte. El africano se tiró al suelo para tratar de robarle el balón, pero lo que hizo fue cazar a Ontiveros por detrás y cometer un claro penalti. Lanzó la pena máxima Adrián, que engañó a Champagne y puso el 1-0 en el electrónico.

Adrián celebra su gol.

Keidi se fue a la caseta a la media hora

Bajó el ritmo tras el tanto por ambas partes hasta que en el minuto 30 cambió el escenario por completo. Keidi Bare quiso despejar un balón saltando con la pierna en alto, y acabó golpeando con la planta de de su bota derecha en la cara de Ibra. Para que se hagan una idea, muy parecida a la de De Jong a Xabi Alonso en la final del Mundial de Sudáfrica. Una acción tan involuntaria como peligrosa que le costó la tarjeta roja al mediocentro albano, que se retiró entre lágrimas fruto de la impotencia y de saber que dejaba a los suyos con uno menos durante una hora.

No le sentó del todo mal en primera instancia la expulsión al Málaga, que siguió sin ataduras a la hora de atacar. Pidió Blanco Leschuk otro penalti en una buena jugada que estuvo cerca de ser el segundo, pero el colegiado no señaló nada. Y cuando parecía que se iba a llegar con ese 1-0 al descanso, Don Javier Ontiveros puso patas arriba La Rosaleda con un golazo de bandera. Clásica internada desde la banda izquierda del marbellí, que tras sortear a varios rivales se sacó un derechazo de la chistera para batir por toda la escuadra a Champagne, que se estiró en vano. Gol psicológico y clave, porque quedaban otros 45 minutos y con un hombre menos.

Ontiveros, celebrando su gol y abrazado por todos.

Gran Málaga con un hombre menos

Tenía que salir a morder el Oviedo en superioridad, pero seguía siendo el Málaga el que proponía más y el que llegaba al área rival con más peligro, sobre todo por una banda izquierda en la que junto a Ontiveros estuvo Juankar, un futbolista que con su velocidad puede y deber ser clave en categoría. La Rosaleda premió al unísono una de sus galopadas coreando su nombre y con una tremenda ovación que se repitió minutos después cuando fue sustituido para dejar su lugar a Diego González.

No se notaba sobre el verde de La Rosaleda que el Málaga jugaba con un futbolista menos. El equipo se repuso perfectamente con dos líneas de cuatro y Blanco Leschuk batallando como un gladiador arriba, fajándose y peleando con los dos centrales continuamente. En cualquier caso, Víctor dio entrada a Diego para cerrar esa banda y también refrescó al equipo dando un respiro a Ontiveros, que dejó su sitio a Iván Alejo en el 70'. De ahí al final, poca chicha. El Oviedo apenas fue capaz de poner en apuros a Munir, que cuando tuvo que intervenir lo hizo bien, y el Málaga acabó celebrando con una Rosaleda entregada un triunfo necesario y revitalizador cara al tramo más importante del curso. Hay un ascenso en juego...

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