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Un nómada que echa en falta a su tribu

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A sus 27 años, Gustavo Blanco Leschuk ha jugado ya en seis países diferente y en más de una decena de clubes. El delantero argentino es un auténtico nómada del fútbol, pero no esconde que tras todos estos años lejos de casa, de su Mendoza natal, echa en falta a su tribu, a esa familia que dejó al otro lado del charco cuando tenía apenas 22 años y se marchó rumbo a Rusia.

Antes de eso, Blanco se formó como futbolistas en varios clubes de Argentina. Lo analiza el propio 'Tiburón' en una entrevista para ElDesmarque Málaga: "En Mendoza jugué en varios equipos pequeños. Luego estuve Independiente de Rivadavia, desde los 15 a los 17 años, en inferiores. En Independiente de Avellaneda estuve entre los 17 y los 18. De ahí pasé a Arsenal, donde debuté con 19 años. Me fui al Deportivo Merlo a préstamo, en Segunda División, pero jugué poco, volví y me fui a Rusia (Anzhi). Buscaban delanteros y me vieron, el fútbol es así de curioso", comenta el espigado delantero malaguista.

Blanco, apoyado en una portería del Ciudad de Málaga.

Después de Rusia, otros cuatro países en apenas cinco años: "De Rusia a Marruecos, otro cambio increíble, del frío ruso al calor marroquí. En Marruecos no jugué mucho, tuve algunos problemas con el presidente. Después me fui a Suecia, y de allí a Ucrania, donde empecé en el Karpaty antes de que me fichara el Shakhtar, y ya a España".

La lectura negativa de todo esto es que su familia sigue en Argentina, a más de 10.000 kilómetros, algo que trata de llevar lo mejor posible aunque reconoce que no es fácil: "Se echa de menos a la familia, pero cuando ellos pueden vienen a verme, a estar conmigo y esas cosas. Ahora están aquí y se agradece. A mi familia le encanta Málaga. Me gustaría estar aquí mucho más tiempo".

Blanco Leschuk, con el escudo del Málaga detrás.

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