En LaLiga SmartBank, competición igualada e imprevisible donde las haya, cada temporada se hace más difícil dar un paso firme tras otro. Ganar, sumar, avanzar. En cualquier campo te puede esperar un revolcón, de ahí la importancia de engancharse cuanto antes al grupo de elegidos. Al menos, a una situación clasificatoria que esté acorde con los objetivos planeados. De lo contrario, todo se puede caer como un castillo de naipes. De evitar un desastre inesperado entiende el Cádiz CF, próximo rival del Málaga CF y actual líder de la categoría. Hace un año, también llegando a la jornada 11, los de Cervera andaban cuartos por la cola, como ahora marcha el Málaga. Lo hacían, justamente, con los ocho puntos que marca el actual casillero de la tropa de Víctor Sánchez del Amo.
Vaya por delante que la situación institucional y económica de aquel Cádiz no se parecía en nada a la realidad del Málaga, un equipo obligado a subsanar los más de cuatro millones de euros de déficit que LaLiga le reclama. Pese a estar llamado a estar arriba, Cervera no fue capaz de arrancar con triunfos el curso anterior. El equipo rebasó la décima jornada en descenso, con un punto menos que Extremadura y Tenerife. Por detrás, sólo Córdoba, Gimnástic y el desahuciado Reus. De estos seis, tres descendieron y dos pelearon por evitar la quema hasta el final. La única excepción, el Cádiz.
Reus -de forma administrativa-, Gimnástic y Córdoba estuvieron muy lejos de los requisitos mínimos para la salvación. Por su parte, al Extremadura le salvó una gran recta final y el Tenerife, con un ambiente enrarecido, logró ser más hábil que sus rivales en los momentos conflictivos de la temporada. En el Carranza las cosas cambiaron y de qué forma. Cervera salvó el tipo y el equipo, de no ser por errores propios que nadie esperaba, hubiera disputado un play off al que parecía llegar como un tiro. No luchó por el ascenso, pero el proyecto quedó tocado por una varita y hoy por hoy es un ciclón en la categoría.
17 puntos separan a Málaga y Cádiz antes de que se midan en La Rosaleda. Y sólo han pasado diez jornadas ligueras. Es una barbaridad, se mire desde el prisma que se mire. En Martiricos, lejos de pensar en quimeras, toca afrontar la realidad y ganar. De la forma que sea, pero ganar cuanto antes. Ese es el único camino, lo sabe bien el Cádiz, para olvidarse de fantasmas y mirar hacia un horizonte mucho más positivo. El runrún de fondo, el de casi cada día, no hace sino oprimir a la plantilla y a la afición. Si bien el Cádiz es el ejemplo, no se puede dejar de lado los casos de otros que, como los gaditanos, vivían la misma situación hace solamente un año. Toca cambiar, en todas las vertientes de la entidad, para que el Málaga pueda llegar a ser un Cádiz y no un Córdoba. O peor aún, un Reus.