Cristo Romero está derribando la puerta. Debutó oficialmente frente al Cádiz y fue uno de los destacados del triunfo en Riazor. Lleva cerca de una década en el Málaga CF, desde que lo reclutara para La Academia Manel Casanova. Ha ido subiendo peldaños hasta ganarse la confianza de Víctor, pero lleva la humildad por bandera. El joven gaditano relata en primera persona su travesía hasta el momento actual, el más dulce de su todavía corta carrera.
"En 2ª Benjamín estuve en el Taraguilla, y en 2ª Alveín fue cuando me fichó el Málaga. Estaba entre el club y el Sevilla y me convenció Manel Casanova. También estaba más cera de mi casa y tardé poco en decidirme a venir aquí. Prácticamente llevo media vida en Málaga y estoy hecho a la ciudad, me encanta", explica a los medios de la entidad blanquiazul.
Lleva desde pretemporada trabajando bajo las órdenes de Víctor Sánchez del Amo, aunque se estrenó oficialmente ante el Cádiz: "A mi me pilló por sorpresa, yo entrenaba y trabajaba con el filial en pretemporada y cuando me llamó Víctor me puse muy contento y vine aquí a hacerlo lo mejor posible. Víctor te ayuda muchísimo a la hora de jugar y de entrenar. Es muy cercano, te habla y es claro, la verdad es que se agradece mucho. ¿El debut? Fue increíble, aquí con nuestra afición, increíble. Nosotros llegamos desde abajo con muchas ganas y el vestuario nos ha acogido bien, son todos muy buena gente".
Pese a ser uno más del primer equipo a día de hoy, Cristo insiste en la humildad para seguir creciendo: "Tengo claro que el Malagueño es mi equipo y si me toca bajar voy a bajar para dar el máximo. Tengo clarísimo que hay trabajar con humildad y mi sueño sería acabar jugando en el primer equipo". ¿Y cómo se define como jugador el propio Cristo? "Me gusta atreverme, cuando llego a zona tres (ataque) intentarlo, apurar la banda, encarar, sacar centros. Así es como me caracterizo", finaliza.