El fútbol tiene muchos caprichos y sus destinos son inescrutables, aunque muchos de ellos están trazados. En tiempos de entreguerras la cantera es uno de los asideros más importantes de los clubes, cómo no del Málaga CF actual. La Academia gana protagonismo, portadas y titulares y uno de los primeros que subió la cima es Hicham Boussefiane (Rabat, 1998). El extremo, que echó los dientes en la capital de Marruecos, ya jugó el primer partido de esta nueva era en el lodo, que se abrió en Lugo. Fue un rayo, pero tuvo algunas tribulaciones que le devolvieron al punto de partida. Ahora, más maduro como muestran sus palabras, alza la mano y pide paso. ¿Quién es y cómo llegó hasta aquí Hicham?
El jugador dio sus primeras patadas en uno de los clubes señeros de su ciudad, el FUS Rabat. De allí llegó Boulahroud, precisamente uno de sus mejores amigos junto con Benkhemassa y Abqar (con él hizo toda la formación en su país). A los 12 puso sus ojos en él la Academia Mohamed VI, que es uno de los caladeros de talento del equipo malagueño. "Una ciudad deportiva donde vivimos y estudiamos. Fútbol 24 horas. Está cerca de Rabat, en un pueblo al lado", explica, que da más detalles de ese horno de futbolistas: "Había muchos entrenadores europeos, de Francia y de España. Por la mañana entrenábamos, después estudiábamos cinco horas y después otra vez entreno por la tarde". Hicham, que se considera un jugador de barrio, admite que la entrada allí, donde estuvo seis años, le cambió la perspectiva. "Ves que progresas mucho y conoces el fútbol mucho", asegura.
En 2016 aterrizó en la Costa del Sol, aunque su llegada se fraguó antes. "Fue en un torneo en Costa de Marfil, me vieron y cuando volví a Marruecos me dijeron que el Málaga quería probarme. Vine una semana y me dijeron que me querían para el Juvenil en enero, pero al final llegué seis meses después", afirma el extremo, en cuya decisión fue muy importante En-Nesyri, que ya conocía y que ya vestía de blanquiazul. Aquí se encontró con Sergio Pellicer, su entrenador ahora en el Atlético Malagueño, y con compañeros, que como él, ahora dan el salto: Kellyan, Hugo, Iván Jaime... Son su otro punto de apoyo en el día a día.
"El idioma fue muy difícil para mí los primeros días, no me entraba ninguna palabra", cuenta el marroquí de sus comienzos en el Málaga de División de Honor: "La ciudad no es muy diferente, el tiempo es como en Rabat. Me costó un poquito, fui casi cuatro meses a clase para coger la base y después poder practicar con la gente". "Los primeros días tuve que adaptarme al juego español porque en la Academia Mohamed VI con todos los entrenadores que tuve eran de Francia, que es más físico y más correr. Aquí el juego es más técnico y más táctico", añade. Unas primeras directrices que ahora repercuten en su juego, donde su físico y explosividad es una de sus mejores armas.
En el Juvenil sólo una pulbalgia le detuvo, concretamente durante cuatro meses. "Fue un poco difícil para mí, era mi primera lesión larga. Volví al grupo y luego me dolía y te toca volver con el recuperador. Volví justo para la Copa de Campeones", recuerda, mientras habla de un torneo donde al Málaga sólo lo tumbó el Real Madrid de Guti en la final, con un gol de Óscar Rodríguez, ahora en el Leganés, en la prórroga. "Muy buena experiencia. Le ganamos al Barça, hicimos un partidazo", agrega Hicham, que se midió a Carles Pérez, Cucurella o Mboula, todos en la élite ya.
El 18 de agosto de 2018 tocó la cima cuando Muñiz le dio la alternativa en el Anxo Carro lucense. Entró desde el banquillo y sumó un pase de gol, impacto inmediato. "Fue un momento increíble, di una asistencia en el primer partido. Estaba un poquito nervioso en los primeros toques de balón, pero luego cogí confianza", dice de un proceso que hizo de forma fugaz. El asturiano le encontró hueco como agitador de partidos, donde rindió mucho. "Fue rápido, pero me lo gané todos en los entrenamientos. Cuando coges confianza con tus compañeros y el míster te la da es más fácil", admite. Luego vino una cuesta abajo, que meses después reconoce y habla de los errores.
"En el fútbol siempre vienen bajones como estos, pero tienes que estar mentalmente preparado para subir al primer equipo. Con lo que pasó el año pasado aprendí muchísimo mentalmente", comienza, para seguir: "Lo que aprendí es que nunca puedes dejar de trabajar, la actitud tiene que ser la misma todos los entrenamientos y todos los partidos. La actitud es todo. En el fútbol la mente es todo, tienes que ser muy fuerte. Nunca te puedes quedar en este nivel si no lo eres. La calidad puedes tenerla, pero si no trabajas no vas a llegar lejos". "Todos los jugadores me dan consejos, pero Luis Hernández me da muchísimos. Sabe mucho de fútbol, ha jugado en Primera y en la Premier League. Me dijo que nunca dejara de trabajar, siempre tienes que tener la misma actitud", detalla.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 eran uno de los retos de Hicham, que los veía accesibles con Marruecos sub 23. El sueño se acabó en Mali, en un campo en un estado indecente (ver fotos). "Fue un poco complicado, trabajamos muchísimo desde sub 17 con el primer equipo. Hicimos un buen partido en la ida, pero en la vuelta con el campo y todo vino muy mal", dice el jugador, que relata esa experiencia: "Todo el mundo estaba muy descontento, pero tienes que jugar. Es lo que hay en África, todas las selecciones que juegan contra ellos tienen los mismos campos. Tienes que acostumbrarte a ese juego directo y físico, no se puede jugar al fútbol".
Además del fútbol, la otra gran pasión del malaguista es el baloncesto. Ya estuvo en el Carpena viendo al Unicaja y tiene programado repetir. Pero su mente está más allá del Atlántico. "Me gusta el baloncesto, veo muchísima NBA", cuenta Hicham, que está suscrito al League Pass, la plataforma para ver todos los partidos. Suele verse algún duelo de la noche anterior por las mañanas. Su gran ídolo es Stephen Curry, del que ahora lamenta su lesión de hombro, demostrando que está en la actualidad de la liga. También es un gran consumidor del balompié, teniendo predilección por Neymar. "Veo todos los jugadores que juegan en mi sitio, un poquito más Neymar. Cuando estaba en el Barça veía muchísimos partidos, ahora en Francia algo menos", dice, mientras también afirma sentirse atraído por el juego de sus compatriotas Ziyech (Ajax) o Achraf (Borussia Dortmund).
Hicham profesa es Islam y habla abiertamente de ello. Diariamente reza, lo que es conocido como el salat, y todos los viernes acude a la Mezquita. Es una cita ineludible. También hace el Ramadán, algo extendido en el vestuario, una circunstancia especial al tratarse de un deportista profesional. "Es muy duro, en verano con el calor. Los primeros días es muy difícil, pero luego te acostumbras. Como a las nueve, a las 12 como una ensalada o algo así y me despierto a las cinco, a las 5:30 tiene que parar la comida, desayuno. Y vuelvo a dormir hasta el entrenamiento. Luego hasta las nueve no puedo comer ni beber nada", afirma, mientras habla de las excepciones: "En partido no es tan obligado hacerlo, no puedes aguantar 90 minutos. Si tienes un viaje muy largo también puedes comer".