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Makanaky, aquellas rastas que revolucionaron Málaga

Makanaky, en su etapa en el CD Málaga (Fotos cedidas por Mariano Pozo).

Pocos sujetos generaron tanta expectación a su llegada al Málaga como Ciryl Makanaky (Douala, Camerún, 28/06/65). Todos recuerdan su nombre, su aspecto y sus rastas. El revuelo que originó su fichaje en la Costa del Sol apenas tuvo parangón. Venía avalado por el gran papel de Camerún en el Mundial de 1990. Hasta entonces era casi un anónimo, pero aquellos leones indomables y dorados como N’Kono (villano en la promoción del Español), Roger Milla, Biyik y también Makanaky relanzaron sus carreras tras sobresalir con sus camisetas verdes en Italia. Ganaron 1-0 a Argentina en el partido inaugural, quedaron primeros del Grupo B y acabaron cayendo en cuartos de final.

Y Makanaky, como ocho años antes hizo Costly, se valió de un buen torneo para fichar por el Málaga… y tirar por tierra sus buenas expectativas. José Pardo, presidente entonces, no dudó en alquilar un avión privado para plantarse en Francia y ficharlo. Se escribía entonces en la prensa que tuvo que firmar hasta cuatro contratos diferentes para recalar en Martiricos. “Hola me llamo Maka”, dijo cuando apareció en la pretemporada de Viella, con Waldo Ramos de entrenador. A decir verdad, todo el mundo lo conocía tras el descollante Mundial de Camerún en Italia 90.

Era un Málaga lúgubre, recién bajado a Segunda División tras la promoción ante el Español, y que se agarró a aquel jugador con áurea prometedora y al malogrado 'Palomo' Usuriaga para intentar coger de nuevo el ascensor a Primera. Makanaky lució algo en su primera campaña, pero apenas contó para Ben Barek, Monreal y Nene en la segunda temporada, la última del CD Málaga en su historia. No estuvo a la altura de su repercusión, aunque no fueron buenos tiempos en general y también hay que decir en su descarga que una operación de osteopatía de pubis mal curada jugó en su contra (¡se quitó los puntos él mismo antes de tiempo!).

Pero de Makanaky, un camerunés criado bajo la cultura francesa, lo que llega de aquel Málaga son sólo buenas palabras. Nos referimos a los que coincidieron con él. Fotos suyas adornan salones actuales de trabajadores de entonces. “Era súper educado, buen compañero y muy querido en el vestuario”, recuerdan. Una anécdota muy divertida tuvo lugar cuando la plantilla se encerró en La Rosaleda por los impagos y él apareció en pijama y con su neceser. ¡El único que lo hizo en ropa de noche! En total, Makanaky disputó 43 partidos oficiales con el Málaga, logrando seis goles. Se marchó después al Villarreal, que acababa de subir a Segunda División en la campaña 92/93, convirtiéndose en el primer jugador mundialista en vestir la camiseta amarilla. Era un Villarreal anónimo, moderno, pero aún modesto. El impacto fue bestial, “como si llegara Jesucristo”, cuentan por aquellas huestes azulejeras.

Una anécdota muy divertida y recordada fue cuando la plantilla se encerró en la Rosaleda por los impagos y él apareció en pijama y con su neceser.

Makanaky volvió a encontrarse a sí mismo como futbolista en el Maccabi de Tel Aviv, después también en el Ajaccio, y terminó su carrera en el Barcelona… de Ecuador. Allí pesa una curiosa leyenda sobre él. Cuentan que al no cobrar un dinero pendiente se puso en contacto con un brujo africano para echarle una maldición al club. Tiempo después, y ante el supuesto efecto del mismo, aficionados quechuas recurrieron a hechiceros locales para tratar de contrarrestarlo. Lo último que se supo del camerunés, que actualmente tiene 54 años, es que trabajaba para una ONG con jóvenes futbolistas africanos.

Hoy volvemos a repasar algunas de las fotos en el CD Málaga de Makanaky, que dejó nostálgicos recuerdos por su carisma y sus rastas en aquel Málaga con el que muchos mudaron los dientes. Mariano Pozo nos las trae en nuestra sección para la cuarentena ‘Del negativo a la web’.

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