Un calendario apretado, el calor, la fatiga, la tensión psicológica por conseguir el objetivo, un mayor riesgo de lesiones. Los equipos se enfrentarán cuando se reinicie el campeonato a multitud de factores que pueden echar palos a las ruedas durante un camino inexplorado y en el que ganar sigue siendo el único verbo a conjugar. Es por ello que, ahora más que nunca, los entrenadores necesitan que haya el menor número de bajas posibles. Todo toma más valor a partir de ahora. Por ejemplo, cada tarjeta amarilla recibida -o cada expulsión, lógicamente- que haga que un futbolista se quede sin jugar un determinado encuentro. El Málaga, de hecho, empezará con dos apercibidos.
Sadiku y Pacheco, concretamente, aunque el de Pizarra es uno de los jugadores que ocupan ahora mismo la enfermería por una recaída de una talalgia que viene arrastrando desde hace meses. Ambos acumulan cuatro amarillas y, de hecho, Sadiku viene aguantando desde el pasado 21 de diciembre cuando vio la cuarta en el empate en casa ante el Lugo. Fue el último encuentro del 2019. Ni que decir tiene la importancia del albanés para el Málaga, es el máximo artillero del equipo y mantiene un récord a tiro. Esperando su oportunidad, un Buenacasa motivado y el posible impacto que llegue desde la cantera.
Con tres -a tiro de dos de la sanción- aparecen hasta seis jugadores: Renato Santos, Ismael Casas, Boulahroud, Munir, Mikel Villanueva y Tete Morente. Por su parte, el más tarjeteado de la plantilla a día de hoy, Luis Muñoz, también está a dos cartulinas de perderse un partido por acumulación de amonestaciones. Suma ocho en lo que va de temporada. Detalles que siempre importan pero que ahora a buen seguro están aún más subrayados por Pellicer, que con 18 fichas profesionales necesita que todo marche con los menores sobresaltos posibles.