Cuando Pellicer tomó el relevo de Víctor en el banquillo del Málaga, un futbolista clave hasta entonces estaba lesionado: Keidi Bare. El albanés no volvió al ruedo hasta la antepenúltima jornada disputada antes del parón, ante el Racing, y para entonces Luis Muñoz se había ganado merecidamente su rango en el centro del campo. Una posición que no le era extraña y a la que no se adaptó sin más, lo hizo convirtiéndose en el ancla blanquiazul. Volvió Keidi y, aunque Pellicer evocó a ese comentario tan repetido por los entrenadores de "todos los buenos jugadores pueden jugar juntos", lo cierto es que en los minutos que coincidieron (pocos, todo sea dicho) no llegaron a engrasar. Para las 11 jornadas que restan, con el equipo jugándose la salvación, ese vínculo se antoja primordial para el devenir del equipo.
Porque sobre el papel, y siempre que las siete fichas profesionales obligatorias -a no ser que llegue un cambio en la normativa tras la petición malaguista- sobre el campo lo permitan, Keidi y Luis apuntan a titulares. Cada uno tiene sus virtudes, pero lo que imprimen tanto física como emocionalmente al equipo es algo que no se compra. Se lleva dentro o no, no hay más. Y ahí Pellicer, en el tiempo que ha podido trabajar con ambos en esta fase tan extraña de entrenamientos, ha tenido que darle vueltas a cómo encajar a los dos futbolistas. Ambos tienen recorrido, aunque quizá Luis sea algo más posicional, y ambos cortan y distribuyen en esa primera línea situada por delante de la defensa.
Retrocediendo al citado partido ante el Racing, Pellicer volvió a darle minutos (11) a Keidi y lo hizo situándolo por delante de Luis Muñoz. En una especie 4-1-4-1, Keidi quedó unos metros más adelantado que su compañero, un peldaño más cerca del área rival. Una declaración de intenciones del míster que repitió ante Las Palmas, aunque esa noche la cosa no funcionó del todo e incluso Keidi se fue al banquillo en el minuto 60. Un cambio motivado, entre otros aspectos, por el mes y medio que había pasado sin competir mientras estuvo lesionado.
Sólo han coincidido sobre el campo 71 minutos: 11 ante el Racing y 60 frente a Las Palmas
Y ese es otro aspecto clave para entender por qué no congeniaron y por qué, si Pellicer toca con la tecla adecuada, sí lo pueden hacer en la recta final de curso. Keidi no tuvo tiempo para atrapar el ritmo físico que tenía el resto del equipo, que en esa parte de competición andaba con la flecha hacia arriba. Así, frente al Zaragoza, Pellicer optó por el camino del medio y le dio la batuta a Luis Muñoz, dejando a Keidi en el banquillo hasta el 60. Después entró Keidi y se fue Luis Muñoz. No hubo lugar al análisis conjunto de dos futbolistas que, por el bien del Málaga, están condenados a entenderse.