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Se cumplen 10 años de la firma de la venta del Málaga de Sanz a Al-Thani

Al-Thani y Sanz, en su primera foto juntos.

Ayer jueves se recordaba con especial cariño la efeméride en la Pizzería Frascati. Se sucedieron incluso las llamadas y los mensajes para rememorarlo. Diez años pasan sin darse uno cuenta. Y, peligrosamente, cada vez más rápido. Una foto de aquella noche del 11 de junio de 2010 cuelga en la pared de aquel rincón de Guadalmar como parte de un mosaico con sentido. Fernando Sanz y su mujer Ingrid Asensio cenaron hace una década en Frascati. Venían de cerrar en una notaría de Marbella la venta de todas sus acciones en el Málaga CF. El club blanquiazul era desde entonces (y hasta ahora) propiedad del jeque catarí Abdullah Al-Thani que, fiel a una costumbre que descubrimos después, delegó sus poderes de aquella firma en quien entonces era su hombre de confianza: Abdullah Ghubn.

Culminaban con los trazos del boli en los contratos muchos días de negociación entre Doha y Marbella. Sanz, al que tardaron poco en sacar de la foto y mucho en pagar, ha explicado bastantes veces desde entonces que no podía ofrecer lo que el malaguismo demandaba y, a través de Taysir Al Sahoud, amigo del malogrado Antonio Asensio, conoció en Catar a un Sheikh que se moría de ganas por comprar un club. Era una ocasión pintiparada. La permanencia raquítica ante el Real Madrid fue el punto de partida de una operación de compraventa que se firmó hace justo diez años y que se oficializó dos semanas después en una ostentosa rueda de prensa que entonces resultó creíble con una jaima plantada en el círculo central de La Rosaleda. Eso fue el 25 de junio de 2010, la tarde en la que España le ganó a Chile en el Mundial de Sudáfrica. Eran tiempos de yates de mentira y leyendas, de billetes y promesas, de donaires y sueños de verano: un jeque había comprado el Málaga.

Ghubn, Abdullah Al-Thani, Sanz y Nasser Al-Thani, días después en la rueda de prensa oficial.

Diez años después Al-Thani está en sus horas más bajas. En este tiempo ha llegado a ser el presidente más longevo de la historia del Málaga y ha llevado al club, como cantaría Pau Donés, “de abajo arriba y de arriba abajo”. Actualmente está contra las cuerdas, más apartado si cabe de la gestión diaria de la entidad tras el último varapalo de la Audiencia Provincial, y sumido en un bucle de comunicados que pretenden desgastar la figura de quien le suplió como padre de las decisiones de la entidad de Martiricos, el administrador judicial. Ciertamente, de no ser por su insistencia para hacerse notar, en el décimo aniversario de la compra del club nadie se acordaría de él para algo bueno (ni para algo malo). Y ahora, con el balón rodando de nuevo, menos aún. El fútbol agota fascículos demasiado deprisa.

Quiere volver a Málaga

Pero si algo está mostrando Al-Thani en su actual etapa de decadencia es tenacidad, que rima con necesidad, por hacerse de nuevo con el control del club. Su siguiente paso pretendido es el de volver a Málaga, algo por otra parte habitual cuando termina el Ramadán. Este medio ha podido conocer que el jeque ha iniciado las gestiones legales para saber si puede hacerlo junto a alguno de sus hijos. Claro que ahora la situación es bastante distinta a la de la última vez que estuvo por estas huestes. ‘Sus’ casas, ‘sus’ coches, su ‘prestigio’ y otras muchas cosas que eran suyas hace tiempo que dejaron de pertenecerle. El club, en concreto un 51% de la sociedad que controla la mayoría de sus acciones, todavía, y desde hace diez años, sí. Pero, ¿por cuánto tiempo?

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