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El fútbol suena distinto: una tarde sin alma en La Rosaleda

Los gritos, las protestas, las advertencias del árbitro, el delicioso golpeo del balón, los choques, los lamentos, las instrucciones técnicas, los ánimos, las frases clásicas de las pachangas de toda la vida, los aplausos entre ellos, las patadas… El fútbol ganó un sentido este histórico viernes en La Rosaleda. El sentido del oído. Porque detrás del gentío, de los cánticos y de la esencia de la cultura del balón, se esconde música para oídos con gusto. El fútbol suena distinto. Del Málaga-Huesca se oyeron hasta casi las pulsaciones de los jugadores en un partido con mucha polémica y errores de concentración de los que juegan y de los que pitan.

Volvió el fútbol a Martiricos con un simulacro de partido que fue una experiencia inédita para los que tuvimos el privilegio de estar presentes tras un filtro previo y bajo unas medidas estrictas de sanidad, seguridad y sentido común. Y, como decimos, el fútbol se oyó como nunca y permitió comprobar que, cuando se tapan la boca para que no les leamos los labios y que cuando gritan y no los escuchamos por el público, dicen lo mismo que nosotros en las pachangas. “Arbi, vamos arriba, sin falta, dale, vamos, fuera'juego (con el brazo levantado)”. Y así, cien. Expresiones del fútbol de barro en un frasco de esencias de élite, aunque con la diferencia del VAR, que dejó situaciones curiosísimas, sobre todo cuando Moreno Aragón fue a ver por su cuenta el codazo de Diego a Raba. Ambos bandos quisieron llevarlo a su terreno con todo tipo de cebos, medias verdades, seducciones y frases dignas de publicistas para convencer a un cliente potencial.

Es un fútbol sin presión ambiental. Con silencios. Porque lo que no se oyen son murmullos. Ni pitos. Y algunos se sueltan la melena y se animan a perderla sin miedo y a fallar un pase, a entender que el error forma parte del fútbol. Sin embargo, otros necesitan del aliento en el cogote para que no se les vaya la olla o el santo al cielo. Se vieron muchos regalos, despistes en los que se habían trabajado estas semanas. Fallos de concentración. Y se vieron en la defensa del Málaga, en el expulsado del Huesca (Juan Carlos) y en un equipo arbitral muy cuestionado en la 'cápsula de seguridad' y también en las redes sociales.

Los suplentes, en la grada que usaron por banquillo (Foto: LaLiga).

No hubo ambiente pero sí speaker

Una de las muchas curiosidades fue que el speaker de La Rosaleda, Pedro Jiménez, sí estuvo haciendo su trabajo desde su cabina, dio los onces, los goleadores, los cambios y los avisos pertinentes. Fueron además una decena de periodistas y los reporteros gráficos, que ocuparon una esquina de Fondo Bajo con Preferencia. En el palco hubo seis personas (cuatro del Málaga: José María Muñoz, Martín Aguilar, Manolo Gaspar y Adela Cervantes; y dos del Huesca).

Además, en el primer anillo de la grada se ubicaron los suplentes y no convocados, los operadores de cámaras de televisión con derechos y los efectivos sanitarios. No hubo pasamanos inicial (ahora lo que se lleva es el codo con codo literal), y llamó la atención la forma de salir los equipos al campo (con el himno de fondo y un enlatado de la versión a capela), pero cada uno a su aire. Se guardó un impactante minuto de silencio por las víctimas del coronavirus y en el minuto 20 se escuchó de manera chirriante el “aplauso infinito”. Hubo también paradas para la hidratación. “Vamos a beber agua”, dijo nítidamente el árbitro. Eran, en realidad, tiempos muertos que le daban un aire de bolo veraniego al partido, acrecentado este detalle con hasta cinco cambios por equipo (en algún caso tres de una tacada). El fútbol de siempre con detalles inéditos.

El ADN malaguista

El caso es que volvió la acción y que, con público o sin él en los estadios, el malaguista vuelve a sufrir con su equipo, a padecer vicisitudes propias de esta religión impenitente que tanto le da pero que tanto le quita. Cien días esperando esto para recibir un gol en el minuto dos. Ponerte un jugador arriba y empatar para que te marquen otro antes del ecuador. Volver del descanso con la ilusión de empatar de nuevo y una expulsión injusta. Y una cantada, y la frustración, y el consultar la hora del próximo partido... y tantas cosas de esas que forman parte del ADN blanquiazul y que son imperturbables haya o no cemento a la vista en las gradas.

Minuto de silencio antes del partido (Foto: LaLiga).

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  1. Pinito

    Mejor que no hubiese habido espectadores algunos porque viendo la actuación del Malaga se hubiesen abochornados. Desde el portero, que lleva regalados no se cuantos goles, esa pobre defensa, sin recursos y los que tienen es para cometer penaltis o ser expulsado; ese centro del campo donde se halla Adrián apurando sus últimos años como futbolista y ese Juanpi con filigranas baratas y llevándose todos los años más de un millón de euros, gracias al inepto de Francés Arnau y esa delantera donde brilla con luz propia un Sadiku que es más malo que pegarle a un padre. En fin esperemos que el resto de competición sean encuentros sin espectadores para que prevenir las contaminaciones del virus y sobre todo no sufrir con las andanzas de este Málaga C.F..