Fernando Hierro tuvo un paso más breve que fugaz como jugador del Málaga CF. Existe mucha 'leyenda negra' detrás de su marcha al Valladolid, de las razones y de por qué no se quedó en Martiricos, y él ha narrado en primera persona cómo fueron aquellos años y cómo se gestó su marcha al equipo pucelano. Lo ha hecho durante una entrevista en La Razón, en la que rememoró sus inicios y la época más difícil, cuando comenzó a perder la ilusión de llegar a algo en el fútbol.
"Nunca he llevado un orden natural de las cosas. Salí de un equipo pequeñito de mi pueblo, pasé por varias categorías hasta que llegué al Málaga donde estuve desde los 17 a los 18 años. Ahí no jugué nada, apenas tres partidos; tenía unos entrenadores que no confiaban en mí, me rompí el escafoides, un hueso pequeñito de la muñeca, y al año siguiente, de los 18 a los 19 volví a jugar en el equipo de mi pueblo. Ya a esa edad era muy difícil irte a otro club", explicaba Hierro.
"En el Málaga estuve desde los 17 a los 18 años. Ahí no jugué nada, apenas tres partidos; tenía unos entrenadores que no confiaban en mí"
Entonces llegó el momento clave de su carrera, en el que tuvieron especial importancia su hermano Manolo y el que fuese entrenador Vicente Cantatore. "Tuve suerte que uno de mis hermanos, que jugaba en el Valladolid, convenció a su entrenador para que yo fuese en un periodo de pruebas al filial. Había pasado de entrenar todos los días en un campo de tierra a entrenar en un campo grande con hierba natural. Por lo tanto para mí fue un gran cambio".
Una carrera profesional que comenzó en Valladolid, que tuvo su mayor apogeo en el Real Madrid y que prosiguió en el Al-Rayyan de Catar y el Bolton inglés. Fue años más tarde, ya como ejecutivo, cuando regresó a Martiricos en la etapa de Al-Thani.