El presente se come al futuro

Lo que debía ser futuro es presente en el Málaga. Las cosas vienen como vienen, viajan a otra velocidad. Pero de esa necesidad se ha hecho virtud, gracias a los golpes el cuadro blanquiazul evoluciona con ADN y un sello de la casa que huele a espetos y biznagas. Un Málaga de compromiso, de gente que de verdad quiere estar. De futbolistas que quieren echar la puerta abajo, del poder de la cantera. La capitanía de Ismael Casas, el crecimiento de Juande. Y, este sábado, el golazo de Ramón. Su maravilla en Castalia dibuja todo lo que se busca. Las ganas de la recuperación, la calidad del golpeo y el alma de la celebración. En tres dedos de su pie derecho se construyó la primera victoria (0-1) de la temporada, necesaria y justa. El equipo evoluciona, pendiente de los que se irán y hace tiempo que no están y esperando los que quieren agarrarse a este proyecto.

El malaguismo necesita una migaja para ilusionarse, y tras la victoria en Castalia hay motivos para ello. Pellicer agitó sus posibilidades y volvió a la línea de cuatro atrás, con Ramón como único pivote y Benkhemassa y Cristian Rodríguez como interiores. Matos en un lateral, Ismael Casas en el otro y Calero por delante del capitán. La puesta en escena volvió a ser de un equipo que quiere ser protagonista, como en Tenerife. Ortuño tuvo la primera, sí, pero poco a poco Cristian comenzó a manejar los tiempos y demostrar que con alguien por detrás tiene el talento y el temple para dominar. Entre él y Benkhemassa, además de Caye, Yanis y Calero, elevaron la presión y cortocircuitaron al Castellón.

El gol de la jornada

En el 18' llegó el que tiene todos los visos de ser el gol de la jornada. Todo nace de un despeje del Castellón que Matos y Ramón transformaron en una presión en la que el canterano fue el más avispado. Encaró por el costado izquierdo, levantó la mirada y le pegó de exterior. Si quiso centrar o no importa poco, ese golpeo de fuera hacia adentro terminó en la escuadra. Un golazo de bandera que dio paso a un Málaga más seguro, con esa confianza que lo es todo en el fútbol. Apenas un susto de Satrústegui fue la baza ofensiva del Castellón hasta el descanso.

Tras el paso por vestuarios el Málaga continuó cómodo en el verde. No por dominar la posesión, pero sí por tener el peligro siempre lejos de su portería. Ese control lo pudo mandar al traste Benkhemassa con una entrada a destiempo con una amarilla ya a cuestas que olía a expulsión de no ser por una falta anterior. Ni lo dudó Pellicer, que le sustituyó al instante por Boulahroud. A las contras del Málaga les faltó el premio del pase definitivo porque Caye, que cuajó un partidazo en ese trabajo oscuro del delantero, ganó más de las que perdió. Gálvez perdonó con un cabezazo con poca oposición y después Yanis mandó al limbo una clara opción para el 0-2 con dos compañeros esperando el pase de la muerte. Decidió con un zurdazo tras un rechace de Whalley que acabó en saque de banda y le costó una bronca de Calero.

Una recta final de mucho sufrimiento

Los mecanismos defensivos del Málaga pesaron más que las ganas del Castellón. Mató con trabajo y compromiso el partido los hombres de Pellicer, que esperó para dar refresco y le vino de maravilla la pausa de hidratación. Para entonces, Óscar Cano ya había agotado sus cambios en busca de un impulso hacia el empate. Entró Orlando Sá por un agotado Caye, que manejó todos los registros y al que ya le vendrá a visitar el gol. A cinco del final Jordi cabeceó mal con todo a favor colándose entre los centrales. Las peores noticias llegaron en forma de lesiones. La primera, de Ismael. La segunda, la de Hicham en el primer balón que peleó tras saltar al campo. Marmulló enfadado Pellicer, que no pudo realizar un último cambio al haber hecho cuatro en tres tandas diferentes. Sufrió muchísimo el Málaga con los centros laterales del Castellón, que perdonó en boca de gol rebasado el minuto 94 y que tuvo una última que acabó en parada de Dani Barrio. Tres puntos de oro, la mejor fórmula para crecer.