De cabeza a cualquier guerra

El Málaga CF se ha liberado. De sus miedos y sus corsés. De sus penurias y sus fantasmas. Entre tanta bruma había un horizonte despejado, y ha llegado el momento de disfrutar de él. Porque es inevitable no ilusionarse con este equipo. Imposible. Juega con la ilusión de un canterano, la firmeza de un veterano y el corazón con el que solamente se entiende este club. Porque de coraje los hombres de Pellicer andan sobrados. Gran actuación ante el Sporting (1-0), sobre todo en la primera mitad, coronada con un nuevo triunfo que empieza a convertirse en costumbre. Y no por casualidad, es el fruto de un trabajo de libreto desde el banquillo y de bisturí sobre el césped. Una nueva ración de pasión, de fútbol, de calidad. También de saber sufrir, que es otra asignatura troncal en la que el equipo está sacando buena nota. Otro buen partido del Málaga. Con estos tíos uno se apunta a cualquier guerra.

Y de cabeza, como llegó el 1-0 que se dibujó mediante un contragolpe perfecto. Un gol que representa lo que es este Málaga, el Málaga de los que quisieron y quieren estar. Comenzado con un robo en área propia, lanzado por Juande y liderado al galope por Yanis. De punta a punta del campo, con la rabia y una dosis evidente de confianza. Apretó Yanis, cedió a Caye y el delantero puso un centro perfecto, de los que hacía tiempo no se veían en La Rosaleda. Apareció como un ciclón Juande, que se creyó a sí mismo y a sus compañeros. Un káiser de La Academia. Cabezazo de puro delantero, golazo con mayúsculas.

Hasta ese minuto, el 22, el Málaga volvió a ser el Málaga fornido de La Romareda. La línea de tres centrales dota al equipo de algo más, de esa seguridad necesaria para presionar arriba como auténticos jabatos. No se enteró el Sporting porque no se lo permitió el Málaga, voraz a las contras y con una dupla, Caye y Chavarría, que parece que lleve media vida jugando unida. Tras el gol mejoró el Sporting, pero hasta la suerte está de cara cuando la vida sonríe. Por eso un remate de Aitor que olía a gol salió rozando el palo a cinco del descanso, lo penúltimo que se vio en el primer acto. Lo último, un jugadón de Yanis -va a más y se nota- con caño incluido que Calero, improvisado carrilero zurdo, estampó contra el cuerpo de un defensor.

Gran actuación, pero sin resolución definitiva. El Sporting salió con bríos renovados del vestuario, también con fútbol. Por eso está arriba en la tabla. Gaspar alertó con un derechazo al poste y antes de la hora de juego llegó la jugada polémica del partido. Balón filtrado que toca en el brazo de Escassi dentro del área, rechace y gol de Aitor. El VAR tiró de milímetros para salvar al Málaga, fuera de juego de laboratorio tras pasar por alto la acción de Escassi, que en su defensa tenía el brazo pegado y las manos atrás. La respuesta del Málaga, una buena combinación dentro del área que no encontró remate tras el centro de Luis Muñoz. La gestó Yanis -tremendo partido el suyo- ruleta y recorte torero incluido.

Pasaron los minutos más puñeteros y los cambios (Cristian, Benkhemassa y Jozabed) dieron pulmones y piernas. El Sporting acumuló gente en ataque, coqueteó en el balcón del área del Málaga y obligó a los blanquiazules a multiplicar el esfuerzo con las pilas a punto de gastarse. Djuka perdonó una opción clarísima de cabeza en el área pequeña, quizá pensando que estaba en fuera de juego. Hasta en eso ha cambiado el decorado, que se cerró con Benkhemassa a punto de hacer el 2-0 tras un robo en campo rival de Cristian y con el equipo defendiendo un último córner como si la propia vida fuera en ello. Por cosas como esas ahora todo está de cara. 13 puntos, un cofre de oro a estas alturas. 13 piedras menos para una mochila que, descargada de peso, ha liberado a un equipo que vuelve a ilusionar.