El Málaga CF ha entrado en barrena y empieza emitir señales preocupantes. Se han edulcorado las últimas semanas, pero lo cierto es que el equipo no arroja ni buenas sensaciones ni buenos números tras una nueva decepción en La Rosaleda. Y van… El equipo de Sergio Pellicer perdió 0-2 ante la Ponferradina en un partido en el que la brecha pudo ser mayor, donde no se encontró cómodo en ningún momento y en el que se mostró incapaz de mostrar una mínima reacción tras el gol inicial de Sielva en el minuto 16. El equipo se ha estancado, no hay chispa. Y urgen soluciones porque los números señalan y la competición no espera.
De hecho, el Málaga no gana un partido desde el 1 de diciembre. Casi dos meses hace desde que se tocara cima en Fuenlabrada. Desde entonces, con el maquillaje de la Copa del Rey, seis partidos consecutivos sin conocer la victoria, sumando tres puntos de los 18 en juego. Capítulo especial merece La Rosaleda, donde el equipo blanquiazul se ha vuelto un conjunto previsible y muy vulnerable, donde dilapida rentas y donde no logra sobreponerse a los golpes iniciales, como se ha demostrado esta noche. Se echan mucho en falta los pellizcos de la afición en los momentos críticos y sólo se han ganado dos partidos en todo el curso como local (el último hace tres meses). Números que se amortiguan con el notable balance a domicilio.
De modo que el Málaga sigue la segunda vuelta con el paso cambiado. 28 puntos siguen en el casillero y mantienen al equipo en la zona templada, aunque tras esta derrota y en función de los resultados puede acabar la jornada por primera vez en mucho tiempo más cerca del descenso que del play off.