Una piña hasta el final

Las despedidas nunca son sencillas. Se te agolpan las vivencias, los malos y buenos recuerdos. Los días horribles y aquellos en los que todo sale de cara. Decir adiós siempre cuesta, el que diga lo contrario miente. Pero nace de uno hacer que esas despedidas sean con una sonrisa o entre lágrimas. Con un último sorbo dulce o con uno amargo. Y el del Málaga fue todo lo dulce que se merecía después de una temporada para aplaudir. Ahora que nos ponemos las chanclas y el bañador, que se hace balance y se mira hacia adelante, piensen por qué enfocan el futuro con optimismo. Lo hacen, ni más ni menos, porque este Málaga construido con cobre y no billetes en el bolsillo se dejó la piel hasta el último día. Los 'locos del salario mínimo', como en redes se bautizó a este grupo, quiso competir hasta el final. Fue fiel consigo mismo. Y ganó (3-0).

El brindis que se ganó la plantilla, también un Pellicer al que se le guardará un buen trozo de la historia de este Málaga que navegaba con una tremenda marejada y al que Nules llevó a puerto sin hacer ruido. Con trabajo, trabajo y trabajo. Así es este Málaga, un equipo que te gana y que espera volver a sentir esa conexión con una grada repleta de gargantas. Tales son las ganas que hasta el cielo se vistió de gala, se puso guapo para despedir con honores a un Málaga que fue mejor y mereció ganar. Aplaudan a un equipo que, incluso con el trabajo hecho y plagado de cedidos con un futuro por decidir, metió la pierna hasta el último día. La venda en el brazo de Caye, la férula de Jozabed o el vendaje en el muslo de Juande. Tres muestras del compromiso de este Málaga. Una piña hasta el final.

El fútbol y las ganas fueron del Málaga. Desde el minuto uno, además. En ocho minutos Álvaro Campos, guardameta del Castellón, ya era el mejor del partido después de una buena estirada tras cabezazo de Yanis y de un milagro tras un remate a bocajarro y casi en boca de gol de Jairo. El Castellón, lógico, le puso orgullo pero jugar con un descenso recién sufrido no es tarea fácil. Por eso el Málaga, a poco que achuchó, asomó por el área rival. Sin grandes ocasiones hasta que Caye, al borde del descanso, echó abajo el muro. Filtró un pase Cristian, falló una volea Luis Muñoz y Caye fue el más listo: toque sutil y gol para despedir la temporada.

Lejos de conformarse el equipo quiso más en la segunda parte. Yanis, intenso durante todo el choque, la mandó arriba con la menos hábil después de un gran recorte dentro del área. Llegaron los cambios y uno de ellos, Scepovic, quiso dejar su marca el último día. Gran combinación en la frontal, pase filtrado de Cristian y remate casi en el área pequeña del serbio. El Castellón se estiró y el Málaga se defendió con todo. Hubo tiempo para ver a Haitam, para que debutara el juvenil Andrés Caro y para que Scepovic abrochara el partido con su doblete. Vaselina sutil del serbio, que en cuatro ratos como blanquiazul ha hecho tres goles. Hubo tiempo para disfrutar. Sí, disfrutar. Porque los últimos minutos sirvieron para abrochar un agradable adiós, el mejor posible. Nos vamos con una sonrisa. Y que nadie nos la quite.