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Eran pocos, pero sonaron como 30.000: cómo no iba a retumbar La Rosaleda

La de este lunes era una tarde doblemente especial para la afición del Málaga CF. No solo el balón volvía a rodar sobre el césped de La Rosaleda en competición oficial con el inicio de LaLiga SmartBank 2021/2022, sino que lo hacía ante la atenta mirada de unos cuantos miles de seguidores blanquiazules -un 25 por ciento del aforo total- que rompían el silencio al que se había visto abocado el estadio malagueño desde marzo de 2020. Han sido 526 días de espera para una tarde llena de ilusión, cánticos y sonrisas bajo las mascarillas.

No ondearon bufandas ni banderas, no se veían las gradas a rebosar, pero los pocos que estuvieron -6.519 concretamente- sonaron como si hubiese 30.000 almas en La Rosaleda.

Se hicieron notar desde mucho antes de que diera comienzo el partido. Los 'Danis', Barrio y Martín, saltaban a calentar. Y los que ya habían tomado asiento aplaudieron como solo lo hacen los que llevan tantos meses haciéndolo desde el sofá: como si fuese la primera vez. A los pocos minutos salieron al césped el resto de jugadores, tanto titulares como suplentes, y los aplausos resonaron el doble.

Cómo no iba a retumbar La Rosaleda, tras tantos meses de silencio y vacío, cuando los blanquiazules hicieron acto de presencia a escasos segundos para el inicio del partido. Y cuando Damián Quintero hacía el saque de honor tras la medalla de plata lograda en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Cómo no iba a retumbar gloriosa, a sabiendas de que las gargantas tenían que trabajar el doble o el triple para tapar los huecos. Cómo no iba a retumbar, como un gigante enfadado, cuando anularon el gol a Juande. Cómo no iba a volver a hacerlo cuando el colegiado dio por válido un tanto al rival que al final no subiría al luminoso.

Cómo no iba a retumbar, orgullosa, al ver al equipo pelear hasta el último suspiro, no bajar los brazos ni dejarse encoger por las adversidades.

Y retumbó, feliz, altanera y con ligero regusto agridulce, cuando despidió a sus jugadores, que se quedaron en el círculo central para dar las gracias por los primeros aplausos, el primer aliento, la primera corazonada.

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