Había ganas de que España volviera a Málaga y a La Rosaleda. Se notó cuando las entradas para el partido de este domingo ante República Checa se agotaron en menos de 48 horas y ahora, ante la esperada cita, la ciudad y la afición ha respondido con creces. El ambiente en los aledaños del estadio era digno del choque que se iba a vivir y algún que otro valiente lucía orgulloso su camiseta del Málaga CF, camufladas entre las miles de banderas rojigualdas y los centenares de bocinas que resonaban por todas partes.
Alegría, expectación y caras de ilusión entre los más pequeños, que estaban emocionados por poder ver a sus jugadores favoritos -como Pedri, Gavi o Morata, que han sido los más repetidos al preguntarles-. Esperan ver un triunfo de la selección española de Luis Enrique, que además necesita ganar a los checos para no perderle la pista a Portugal, líder en estos momentos de su grupo en esta fase de la Nations League.
Un triunfo en el que La Rosaleda echará seguro un cable con empuje y aliento, sin apenas un asiento vacío. El primer estallido llegó cuando los elegidos por el seleccionador saltaron al césped del estadio de Martiricos a calentar y ya no decayó el ánimo.
El ambiente ya es un espectáculo. A la afición presente este domingo en las gradas de La Rosaleda sólo le queda esperar que el resultado acompañe y La Roja se pueda ir de vacaciones con un triunfo en su haber.