El reloj del Málaga es una cuenta atrás constante. Las decisiones tras el descenso de categoría se siguen esperando desde el final de temporada y la llegada de Loren Juarros, que ya está inmerso de lleno en la planificación deportiva. Mientras el aficionado espera noticias del fuero interno, hay cautela en el club para no dar pasos en falso. El ERE que asoma no será algo baladí.
La división entre club y afición es un hecho evidente con el que lidiar. Ya no valdrán medias tintas. Cada decisión será mirada con lupa y excepticismo, no solo en lo referente a fichajes. "Cuando algo está tan fracturado, lo que tenemos que hacer es arreglarlo poco a poco. La fractura es muy grande, pero estamos pensando en una campaña de abonados y en trabajar para poder hacer pública la reestructuración del club. Poco a poco", decía el director general, Kike Pérez, en una entrevista a este medio.
Hay varias cuentas pendientes para estos días que se antojan claves. Esta semana se espera una respuesta de Rubén Castro y acercar posiciones con Lago Junior. También habrá reunión con Kevin, Dani Lorenzo y Larrubia para trasladarles la idea del club con su continuidad. Además, este martes el Málaga se cita con la Federación de Peñas Malaguistas para empezar a perfilar la campaña de abonos y escuchar sugerencias. De fondo, mientras tanto, Kike Pérez y José María Muñoz están pendientes de iniciar el proceso de reestructuración interna, aunque para ello piden paciencia.
En el club entienden las prisas por que se empiece a esclarecer a qué personas y a cuántas van a afectar los cambios que culminarían en un expediente de regulación de empleo. De momento, la semana anterior ya es pasado y todavía no hay claridad en el asunto.
El Málaga quiere ir con pies de plomo porque los recortes de plantilla a los que se enfrenta la entidad afectarán "a todos los estamentos", según aseguraron tanto José María Muñoz como Kike Pérez. Va a iniciarse "próximamente", aunque el proceso jurídico de un ERE puede estirarse hasta el mes de agosto.
Es necesario aclarar que en un despido colectivo no se podrían contratar a otros profesionales nuevo para cubrir los puestos hasta que no pasen 90 días desde la conclusión del procedimiento de despido.
Éste constaría de varias fases: la aprobación del ERE por parte de la jueza que instruye la administración del club, la comunicación a los empleados afectados y el periodo de negociaciones con hasta tres reuniones para llegar a acuerdos. De ahí que pueda prolongarse hasta agosto. La posterior llegada de nuevas caras, si fuera necesario, sería ya con la temporada empezada.
Kike Pérez respondía de la siguiente manera al asunto: "Cuando se les da tantas vueltas a las cosas no es porque no se vaya a ejecutar, sino porque detrás hay personas y familias. Hay que pensar muchísimo de qué manera hacerlo viendo qué es lo mejor del club".
Los tiempos de un ERE no son compatibles con los que requiere una planificación deportiva que dependerá también de sus cambios internos. Loren Juarros se encargó de mandar un mensaje de tranquilidad: "Hay tiempo de sobra". El reloj sigue contando.