Dicho y hecho. Dioni Villalba lleva dos semanas satisfaciendo sus pequeños deseos con la camiseta del Málaga. Primero fue en su antigua casa, Palma de Mallorca, donde siguió a rajatabla la Ley del Ex para darle a su equipo el gol de la victoria. Este pasado fin de semana cumplió con eso que llevaba tanto tiempo visualizando: ¿cómo es eso de marcar en La Rosaleda?
Más allá de si fue por el famoso bocadillo de lomo en manteca, por su estado de confianza o por su condición de goleador infalible -o por todo esto a la vez-, Dioni sonríe. Y cuando él lo hace, también su equipo, que se sitúa en tercera posición pero con los pies en el suelo. No quiere exceso de euforia Sergio Pellicer, que sabe bien que hoy estás arriba y pasado mañana en lo más bajo. La Primera Federación no perdona. Pero en ella, tampoco perdona el ariete malagueño, que tiene un reto goleador por delante.
Así previsualizó su gol Dioni en 101TV: "Iría a una esquina y me tiraría de rodillas en La Rosaleda. Todos mis amigos y familia se sacaron los abonos y los tengo ubicados. Iría a su zona y lloraría con ellos, soy de lágrima fácil".
Sus dos goles en los últimos dos partidos y su gran entendimiento con Roberto, compañero de batallas y también con doble ración en su haber, confirman que este Málaga tiene gol. Solo el Sanluqueño, con once tantos, supera los ocho goles en cuatro partidos que pudieron ser más si se recuerda el milimétrico gol anulado a Roberto en Castellón o los tres palos que dio el equipo ante el Recreativo Granada. El Málaga, de momento, exhibe pegada. Y el jugador que más ha demostrado durante su carrera que es un finalizador fiable es Dioni.
Aunque el propio jugador evita ponerse una cifra goleadora como objetivo, sus números recientes invitan a pensar que este año puede nutrirse igual o mejor aún. Dioni hizo 17 goles hace dos temporadas y 14 en la anterior con el Atlético Baleares. Sus mejores cifras las alcanzó en el Fuenlabrada, cuando jugaba en Segunda B, pues convirtió 24 goles en la 2016/17 y 21 en la 2017/18.
Entrenador, dirección deportiva y afición esperan ver a un Dioni en un ritmo goleador parecido al de su currículum en el fútbol de bronce. En Málaga echan de menos a un goleador de quince por temporada, como puede apreciarse en las estadísticas desde que existe el Málaga CF con dicha denominación.
El Málaga lleva sin tener a un delantero que meta un mínimo de 15 goles desde Salva Ballesta en la temporada 2003/04, cuando logró 19 goles en 34 partidos. El último que superó los diez goles fue Sadiku en 2020 con 13 tantos. Para una cifra mejor a la del albanés hay que irse a los 14 goles de la temporada 2016/17 de aquel Sandro Ramírez en modo MVP; a los 14 de Rondón en la 2010/11 y a los 14 de Antonio Hidalgo en 2007/08.
Históricamente, el Málaga de los ascensos desde Tercera a Primera se alimentó del gen goleador de sus delanteros para conseguir subir de categorías en la era Joaquín Peiró. En la 97/98, Basti hizo 15 goles en el ascenso de Segunda B a Segunda; en la temporada siguiente fue Catanha el líder del ataque con 26 goles en 40 partidos y, ya en Primera en la 1999/00, de nuevo Catanha y sus 24 goles ayudaron a un duodécimo puesto en liga.