¿Y si hay mejor plantilla de lo que parecía?

Muchas veces hay que ganar por la misma razón que en la vida hay que intentar caer bien, hacer favores, crearse buena reputación o poner buena cara a malas experiencias: como sea y por si acaso. Como fuera y por si acaso, el Málaga salió a Linarejos con ese cometido. Y ganó con corazón, paciencia, descaro, picardía y personalidad.

La victoria ante el Linares fue un ejercicio sobresaliente de supervivencia donde hizo un fútbol práctico, centrado en encontrar la alegría en lo sencillo. El Málaga fue feliz con lo justo y necesario. Como cuando sonreía Bear Grylls al conseguir hacer fuego con yesca, piedras y frotando un palo de madera. El Málaga está siendo el último superviviente en Primera RFEF.

Porque en la jornada uno tropezó en tierras castellonenses, pero era un novato que estaba adaptándose a lugares fangosos. Desde que Einar metiera ese gol en el 93 ante el Atlético B, este equipo es una máquina de rentabilizar esfuerzos. Sobrevive en el desierto, en la tundra, en el hielo o en la montaña. Aguanta golpes bajos como el tempranero gol del Atlético Baleares que se acabó remontando. Sobrevive en días de sol pleno, como Linares, de ruido máximo y grada rival que aprieta, pero que todavía no ahoga. También se permite disfrutar de la experiencia en partidos de 3-0, aunque jugar en casa lo facilita todo. Ahí con una navaja suiza es más que suficiente y se cuenta con la ventaja de tener a casi 20.000 personas aportando grandes dosis de proteínas y vitaminas psicológicas.

Más allá de alabanzas a este gen competitivo, que ha hecho que el Málaga lleve cuatro victorias seguidas (no pasaba desde 2019), hay una lectura que salta a la vista. Aunque es muy pronto todavía, estas cinco primeras jornadas están despejando que esta plantilla está por encima de sus rivales. ¿Y si hay mejor equipo de lo que parecía en verano?

Juventud + experiencia = puntos

Bajar de categoría ha permitido que jugadores que no destacaban en Segunda vayan sobrados en Primera Federación, donde por supuesto que se notan esas décimas de segundo en la velocidad de pensamiento y ejecución de una jugada. Por algo el fútbol profesional se llama así. Es un salto. En el Málaga hay jugadores que tienen nivel Segunda o cercano. Hay una calidad técnica superior a lo que se ha visto enfrente hasta el momento. Se notó contra el Linares, currante y férreo, pero muy limitado en ese aspecto. Hasta los jóvenes tienen ese plus: Roberto, Kevin, Larrubia, Dani Lorenzo... da la sensación de que por momentos no juegan a su máximo potencial y aun así son capaces de decidir partidos.

A ese descaro de la juventud, claro está, se le añade un ingrediente clave, la experiencia. Tipos como Alfonso Herrero, Nelson Monte, Juande, Sangalli, Genaro, Víctor García, Dioni, Juanpe, Manu Molina... están demostrando que en esta categoría están capacitados para rendir como se les pide. Para dar el salto a una plantilla que, de momento y no sobra decirlo, está muy bien exprimida por Sergio Pellicer. Porque el de Nules está demostrando aquello que dijo en su día: "Yo vengo del barro". Buenas decisiones en sus onces, en los cambios y en los planteamientos.

A poco que este equipo siga progresando y añadiendo piezas al engranaje -faltan por entrar en acción los lesionados Ramón y Haitam, así como otros de la 'unidad B' que están en segundo plano como Dani Sánchez, Manu Molina, Bilal, Moussa o Murillo-, las victorias serán más accesibles todavía. Solo el Castellón, líder de la categoría, fue capaz de tumbar al Málaga, pero no por mucho y ni siquiera siendo demasiado superiores en un encuentro que fue igualado y se decidió por un mal tramo inicial y un error defensivo final.

Viéndolo con perspectiva, el Málaga va por el camino idóneo. Sabe sufrir, sabe sobrevivir y hasta sabe divertirse. Se aprecia una plantilla unida, creciendo desde la defensa, con muchas variantes en el medio y con los delanteros justos, pero con la puntería más calibrada que nunca. Sin tirar confetis ni fuegos artificiales, pero claro que hay licencia para ilusionarse o, al menos, para confiar en que este equipo creado por el tándem Loren-Pellicer va a estar arriba.