Todo es normalidad. Va todo bien y sin sobresaltos, en orden y armonía... hasta que recuerdas que el Málaga estuvo once meses sin ganar en su estadio. Fue el otro día, como quien dice. La racha insoportable sucedió entre noviembre de 2021 y octubre de 2022. Desde el gol de Sekou Gassama a Las Palmas hasta el 3-2 con Rubén Castro, Cristian y Dani Lorenzo como goleadores. Pasaron muchas decepciones en ese lapso de tiempo. Y como las debilidades como local se pagan, pues claro que hubo consecuencia: nada menos que descender a los infiernos de Primera Federación.
El Málaga pasó de ser un equipo fiable en casa en los inicios de José Alberto López a patinar una y otra vez delante de su gente. Hasta el punto de jugar como desconocidos en un sitio familiar. El aliento de la afición se convertía en presión asfixiante. Mucho tenía que ver lo mental. Pepe Mel recurrió hasta a una psicóloga, pero nada. Empates, derrotas, decepciones, pitadas y cánticos de hartazgo. Los abonados y asistentes estaban abonados y asistiendo al mismo cuento, un bucle de marchar a casa con el ceño fruncido. Sumar en casa empezó a ser una utopía y se hablaba incluso de 'La maldición de La Rosaleda'.
Pero algo está cambiando en el templo malagueño. La última derrota fue el pasado 5 de marzo contra el Racing, cuando el equipo se ahogó en estrés, Genaro se autoexpulsó y José Alberto acabó asestando la puñalada ante su exquipo (0-1). Desde ese hundimiento contra los de Santander, el equipo ha enlazado nueve partidos consecutivos sin perder, con siete porterías a cero. Pellicer ha sido el artífice de este cambio de tendencia para volver a ser un equipo en el que confiar cuando juega ante su público.
Fueron seis triunfos y tres empates: 0-0 ante el Levante, 2-0 contra el Leganés, 1-0 contra el Cartagena, 0-0 frente al Huesca, 2-0 contra el Mirandés, 1-1 ante el Ibiza (última jornada en Segunda), 2-1 contra el Atlético de Madrid 'B', 3-0 al Recreativo Granada y 1-0 al San Fernando. El arreón del final de la pasada campaña llegó tardísimo y no evitó el hundimiento, pero la dinámica se ha mantenido para la Primera Federación y La Rosaleda, por fin, es una olla a presión que quema a los visitantes y no a los anfitriones.
El año anterior se consiguieron diez victorias en 42 partidos. Esta campaña ya lleva la mitad de alegrías que en la 2022/23... en 36 jornadas menos.
Otro dato para poner en valor el momento del Málaga. La Rosaleda tuvo a 21.622 espectadores este domingo, récord de la actual temporada. Tan solo Riazor en la segunda jornada (22.161 personas) y también Riazor en la quinta (22.130) superaron en ambiente al estadio malagueño. El termómetro de la ilusión está por los cielos, aunque la autocrítica y la prudencia es el discurso que lo vertebra todo.
Cinco victorias en seis partidos. El año anterior se consiguieron diez victorias en 42. Llevan la mitad de alegrías que en la campaña 2022/23... en 36 jornadas menos. ¿Cómo no disfrutar del momento? Sí, es un camino eterno de 38 jornadas, pero pensar en el partido a partido es perfectamente compatible con ser hincha, mirar la clasificación del Grupo II de Primera RFEF y apretar el puño.