Este viernes he tenido la oportunidad de entrevista a Celia Jiménez. A sus 23 años, solo le quedan seis días para llegar a los 24, lleva dos Mundiales a su espalda, tiene un carrera de ingeniería aeroespacial y se dedica al fútbol profesionalmente. Me ha fascinado ella al completo.
Comenzó jugando al fútbol en Jaén, pasó por Sevilla y con tan solo 18 años decidió emprender el viaje más importante de su vida. Decidió hacer las maletas y marchar hasta EE.UU. Allí, el fútbol femenino está a otro nivel, y más en aquellos años, y pudo hacer lo que más le gustaba compaginándolo con su carrera de ingeniería aeroespacial.
Su sacrificio me parece brutal. Y una muestra más de que la igualdad todavía está a años luz. Es cierto que damos pasos adelante, que subimos pequeños escalones, pero la diferencia es abismal. Pero, afortunadamente, el mundo está lleno de valientes como ellas, de las que tienen claro lo que quieren y dan pasos al frente sin miedo. Tener claro cuál es tu sueño e ir a por él cueste lo que cueste. Da igual si tienes que dejar a tu familia atrás, si no tienes tiempo para nada más que no sea estudiar y jugar al fútbol.
Y la sensación después de nueve días ya conociendo de cerca a esta selección femenina de fútbol es que no tiene nada que envidiar al mundo masculino. Sus sueños son reales, sus vidas son reales, ellas son reales. Ninguna te pondrá mala cara ni impedimentos si quieres intercambiar impresiones. Tampoco Marta Carro, que el pasado miércoles me la encontré por Valeniennes como una aficionada más. Y con una sonrisa en su cara aceptó hablar conmigo más en profundidad. La gran sensación que me deja estos días es que el fútbol masculino tiene que aprender, y mucho, de ellas.