Reims se despertó este lunes lista para acoger la cita mundialista más importante de la selección femenina de fútbol. La ciudad francesa, que ya había experimentado el ambiente mundialista con el Holanda-Canadá, estaba preparada para disfrutar de nuevo del gran Mundial de Francia.
La noche anterior las terrazas estaban llena de aficionados franceses que animaban incondicionalmente a su selección femenina (Francia consiguió el pase a cuartos ante Brasil). Pero este sábado tocaba ver las camisetas de Estados Unidos y España. Y se vieron. El centro de Reims estaba lleno de aficionados de de ambos equipos, especialmente de estadounidenses. Pero también estaban esos seguidores españoles que decidieron desplazarse a tierras galas para disfrutar de uno de los mejores partidos de la selección. Ya camino del estadio también se veían mareas de aficionados que caminaban hacia la gran cita.
El ambiente era perfecto, un poco caluroso, pero nada derretía las ganas de ambas aficiones. Una por seguir haciendo historia. Otra por seguir manteniendo su hegemonía mundial. Y aunque menos, los aficionados españoles llevaban la ilusión por bandera. Confiaban en hacer algo grande ante la todopoderosa Estados Unidos.
También combatieron en las gradas. El estadio Auguste Delaune tuvo un lleno absoluto. 20.000 espectadores copaban los asientos del estadio. La mayoría era claramente de aficionados norteamericanos, pero los seguidores españoles no se amilanaron. Aplaudían y animaban a las suyas desde la minoría. Incluso durante algunas partes del partido se les pudo escuchar a ellos con el grito de "España".
La afición española luchó igual que el equipo, a contracorriente. Estuvo a la altura de la gran cita mundialista, alentando a las jugadoras hasta después de finalizar el encuentro. Y ellas, agradecidas también se volvieron a la grada para devolver todo el apoyo que han tenido este gran partido.