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Messi reactiva su deseo

Moscú, 15 jun .- La grandeza de Lionel Messi con respecto a la de Diego Armando Maradona no se mide en goles, tampoco en asistencias, sino en Mundiales ganados; ése es un juicio que el exjugador de Boca Juniors gobierna por 0-1.

Un '10' triunfó en México, en 1986. El otro, subcampeón hace cuatro años en Brasil, se aplica para el Mundial de Rusia 2018 como un estudioso ante una reválida. Y es que la culminación de una carrera de por sí catedrática precisa de un título con la selección.

La ambición de un futbolista esplendoroso como Leo Messi no ha llegado todavía al agotamiento, pese a la incesante compilación de trofeos vestido de azulgrana.

Ya son cuatro Ligas de Campeones, nueve Ligas, seis Copas del Rey, tres Mundiales de Clubes, tres Supercopas de Europa y siete de España las festejadas por el atacante rosarino en el Camp Nou.

Si ostentoso es su palmarés con el Barcelona, mucho menos pretencioso es el elaborado con la casaca celeste y blanca.

El oro mundialista en categoría sub-20 logrado en 2005 y el oro olímpico adquirido en los Juegos de Pekín 2008 consuelan en parte su desgracia en las finales con la selección mayor.

Ni en 2007, ni en 2015, ni en 2016 la Argentina de Leo Messi halló el éxito en las finales de la Copa América.

Su desconsuelo fue más hondo en el Mundial de Brasil de hace cuatro años. No olvida que pateó "horrible" el balón cuando la hinchada argentina aguardaba su acierto ante la figura del alemán Manuel Neuer. El arrepentimiento, dijo, le perseguirá "toda la vida". Leo Messi confesó, no en vano, que se decantaría por desprenderse de sus cinco Balones de Oro ante la posibilidad de besar el trofeo más preciado por todo futbolista.

Pese a los vaivenes institucionales y deportivos que acompañaron a la selección de fútbol de Argentina en los últimos años, el empeño de Leo Messi por personarse en Rusia como capitán de la Albiceleste fue resolutivo. Brilló con un triplete en Quito (Ecuador), en la última cita de las Eliminatorias Sudamericanas, y reactivó la ilusión de un país que anhela su tercer entorchado mundialista tras los conseguidos en 1978 y 1986.

El deseo de Leo Messi es el deseo de Argentina, aun sintiéndose lejos de la consideración de candidata por su escaso rodaje bajo la dirección de Jorge Sampaoli. El técnico de Casilda dirigió al combinado argentino en once partidos.

Los seis primeros estuvieron marcados por la urgencia, ya que el equipo coqueteaba con su posible ausencia del Mundial.

Superada la definitiva prueba ante el bando ecuatoriano, el seleccionador argentino siguió profundizando en la idea de rodear al "mejor de la historia". Leo Messi es su principal certeza, por su influencia cuando se mueve más próximo al centro del campo, cuando arranca desde la banda o cuando dicta sentencia en el área.

Argentina le necesita -claudicó sin él en el amistoso ante España- y le espera en todos los lugares.

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