España insistió en su estilo durante los días previos y en el partido contra Irán, en la segunda jornada del Mundial 2018, pero ganó agarrado de nuevo a la fórmula Diego Costa, no tan estética ni tan ágil, pero goleadora crucial para la selección en un duelo que por momentos sintió en el alambre.
Porque la Roja lo intentó de todas las maneras apoyado en la posesión del balón, abrumadora durante muchos tramos del choque de este miércoles en Kazán, sobre todo hasta el minuto 60, pero sin la profundidad ni el dinamismo que la hacen especial y, sobre todo, incontestable para cualquier rival, y venció aliada con un rebote.
Era el minuto 54, la primera vez que España conectó con su delantero de referencia, perdido hasta entonces en la marea de jugadores y piernas que propuso Irán dentro de su propio área, incomodísimo sin los espacios para correr, el hábitat que más le gusta al atacante hispano-brasileño, elegido el mejor del partido, en el que se desenvuelve mejor.
El primer paso filtrado hacia él, entre los defensas, con algún centímetro de espacio y con la fortuna de que uno de ellos despejó contra él, directo a la portería de Ali Beiranvand, al que hasta entonces sólo le había requerido España un par de paradas, sobre todo un vuelo hacia un disparo desde lejos de Sergio Busquets.
El tercer gol en dos encuentros en Rusia 2018 -el noveno en los últimos doce duelos con la selección- para el '19' de España, el mismo que levantó a su equipo contra la adversidad contra Portugal, con otros dos goles quizá contra la naturaleza del estilo de su equipo, sin la sutileza de los toques ni la combinación, sin la precisión de desmontar a una defensa por una cuestión de clase.
Desde sus botas también se levantó entonces, el viernes, España al 0-1 de Cristiano Ronaldo, en un envío largo, dividido, que peleó con Pepe, al que superó desde el choque para quedarse un balón con el que luego se revolvió dentro del área para sacar el disparo justo con la derecha para batir a Rui Patricio e igualar el encuentro.
Y también al 1-2, en una jugada de estrategia, con el saque de David Silva, la prolongación de Sergio Busquets y el oportunismo de Diego Costa; nuevos recursos para una España al que su estilo quizá ya no le basta del todo, en partidos de tanta tensión, tan medidos desde la táctica y tan complejos de resolver.
Hasta entonces, hasta el gol que rompió el muro planteado por Irán, España encaró el partido desde su estilo. Lo tenía claro desde los días previos. Si había una forma de abordar a un equipo tan intenso, tan agresivo y tan defensivo pasaba por las señas de identidad que la 'Roja' ha mostrado al mundo desde hace más de una década, que le hizo campeón del mundo y doble campeón de Europa.
¿Era la fórmula? En el primer tiempo, desde luego, no lo fue del todo, porque quizá le faltó la precisión en los últimos metros que exige un encuentro de tales características, alejado de la profundidad que desarma cualquier retaguardia, por mucho que la de Irán fuera un bloque resistente de solidaridad, repleto de hombres.
España consumió 45 minutos con la pelota, pero con apenas un par de ocasiones nada más. Sólo exigió una parada, y fácil, al portero rival Ali Beiranvand, candidato hace un año a mejor guardameta del planeta para la FIFA, en una lanzamiento de falta de David Silva ante el estrés que genera un oponente que corre mucho y juega poco.
En un Mundial con tantos resultados inesperados hasta ahora, con una serie de marcadores que valen como más que una advertencia para cualquier equipo que se sienta favorito o aspire a serlo, era un aviso para la segunda parte hasta que apareció Diego Costa, el 'otro' estilo que también gana encuentros para la selección (0-1).