Todos siempre esperan mucho de Bélgica. Que siempre juguemos perfecto, que tengamos el 80 por ciento de posesión, que disparemos 50 veces a puerta y marquemos 40 goles".
¿Puede Bélgica responder a las expectativas? Eden Hazard, la estrella de los Diablos Rojos se queja del nivel de exigencia al que se somete a su selección, un compendio de grandes jugadores, estrellas en sus clubes, que no acaban de cuajar cuando se reúnen.
Porque, por nombres, la selección belga debería estar entre las favoritas. Pero su pasado le persigue, acostumbrada a fallar cuanto mayores son los halagos.
Ahora, llega a Moscú, obligada a corroborar contra Túnez (Spartak Stadium, 15.00/12.00 GMT), la buena imagen dada en la jornada inicial, cuando goleó a Panamá dando la impresión de que éste puede ser su torneo.
No es una situación nueva. Hace cuatro años se plantó en los cuartos de final como la gran amenaza para la Argentina de Leo Messi, pero no respondió como se esperaba (1-0). Hace dos, parecía una semifinalista segura de la Eurocopa y claudicó en cuartos ante la modesta selección galesa (3-1).
¿Qué ha cambiado entonces?. En primer lugar, la madurez de sus estrellas. Con dos años más y asentados como referentes en sus clubes, Hazard y Kevin de Bruyne saben qué deben hacer en cada momento dentro del campo. No tienen las lagunas de juego mostradas en los torneos anteriores.
Y está Roberto Martínez. El técnico español comenzó dotando de solidez a su equipo (los Diablos Rojos suman 20 encuentros invictos) y ha acabado dándole un estilo ganador, donde mezcla bien la calidad de sus centrocampistas con la exuberancia física de Romelu Lukaku en el ataque.
El extécnico del Everton ha solventado, además, los problemas en el centro de la defensa, donde se le cayeron Thomas Vermaelen y Vincent Kompany, con la entrada del joven Dedryck Boyata. El barcelonista, además, ya se ha reintegrado al grupo y el central del City está a punto de hacerlo.
Túnez, mientras, afronta el partido con la necesidad imperiosa de puntuar si no quiere correr la suerte de las otras tres selecciones árabes del mundial, eliminadas en la segunda jornada del mundial sin ni siquiera marcar un gol.
Los norteafricanos mostraron mejor cara frente a Inglaterra que sus compañeros de cultura: durante más de veinte minutos de la primera parte lograron frenar las acometidas británicas e incluso llegaron a empatar el choque con un penalti transformado por Saiss.
La segunda parte retomaron el fútbol táctico solidario, de ayudas permanente, que ha introducido Nabil Maaloul, firmes tanto en el centro del campo como en la defensa hasta desactivar a unos ingleses demasiado planos.
Pero apenas inquietaron en ataque. Nada se supo del joven Pickford en toda la segunda mitad. Disminuido por las lesiones, que han dejado en casa a sus dos jugadores más efectivos, los tunecinos tienen un grave problema arriba.
También por la baja forma de su estrella, el delantero del Rennes Wahbi Khazri, intrascendente en la primera contienda.
Maaloul ha decido darle la punta del ataque, liberarlo de las labores de defensa y presión en el centro del campo para aprovechar su velocidad y habilidad en el uno a uno, y esa volverá a ser su gran baza frente a los belgas.
Ambas selecciones se han enfrentado en tres ocasiones con los tres resultados posibles: empataron a uno en Oita, Japón, durante el mundial de 2002; Bélgica ganó en Bruselas (1-0) en una partido amistoso previo a la copa del mundo de Brasil.
Y "las Águilas de Cartago" vencieron 2-1 en un amistoso en 1992, en el primer partido entre ambas selecciones. Un resultado con el que sueña Maaloul y toda Túnez mañana en el estadio del Spartak de Moscú.
"Debemos tener todo el respeto debido a Bélgica, pero tenemos nuestras propias ambiciones, que son superar la primera fase, algo que Túnez no ha conseguido hasta ahora", insistió Maaloul en declaraciones esta semana a la presa local.
Retirado del mundial el portero titular Hassen por la lesión que sufrió en el hombro en el choque contra Inglaterra, Maaloul alineará en el arco a Ben Mustapha.