Las olas del mar Negro que revientan a 300 metros del estadio olímpico Fisht, el imponente sol que por estos días muere a las ocho de la noche y un calor de 30 grados que más parece de 40 no podrían ser el escenario para una despedida triste.
Unos 35.000 peruanos venidos desde todos los rincones del mundo han llegado a la sureña ciudad rusa para despedir a su selección, agradecer a sus jugadores por ponerlos otra vez, después de 36 años, en una Copa del Mundo.
La coqueta avenida Primorskaya Street, que corre paralela al mar, fue desde tempranas horas la pasarela de alegres hombres y mujeres uniformados que la camiseta blanquirroja que distingue a la selección dirigida por el Ricardo Gareca.
Y al llegar al estadio Fisht esa ola de entusiastas se mezcló con camisas amarillas que identifican a Australia, la selección que juega ante Perú la última oportunidad de avanzar a los octavos de final.
No será un partido fácil para unos y otros, pues la formación de Perú, pese a la eliminación en la segunda jornada, no se quiere marchar de Rusia sin haber alcanzado una victoria.
"Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer...", gritan emocionados los orgullosos nativos del país querido que los vio nacer.
Imposible huir del estribillo, retumba en las afueras del estadio que despedirá a la selección peruana 13.153 días después de aquél 22 de junio 1982 cuando en el estadio Riazor, de La Coruña, Polonia los despachó del Mundial de España con una goleada por 5-1.
Esa eliminación dolió pero quedó en el pasado.
La despedida de hoy tiene todo para ser feliz, y lo será más si los de Ricardo Gareca se imponen a Australia.
Entonces la fiesta no tendrá hora para acabar en Sochi.