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Las estadísticas obligan a mejorar la defensa

Sergio Ramos abraza a David de Gea tras el Portugal-España del Mundial de Rusia.
Iñaki Dufour

Mientras enfoca mucha de su autocrítica al sistema en defensa en la primera fase, España se enfrenta desde ahora a 20 años de historia de los Mundiales que dicen que nadie ha sido campeón del torneo con más de cuatro goles en contra, uno menos de los que ya ha recibido el equipo en Rusia.

Ni en Brasil 2014, con Alemania como campeona con cuatro tantos encajados; ni en Sudáfrica 2010, cuando España se impuso a todos con dos goles en contra; ni en Alemania 2006, con Italia como vencedora con su portería dañada en solo dos ocasiones; ni en Corea y Japón 2002, cuando Brasil logró el título con cuatro dianas recibidas.

Tampoco en Francia 1998, cuando el anfitrión fue inabordable para sus adversarios, con sólo dos goles concedidos, ni en Estados Unidos 1994, cuando Brasil completó los siete encuentros desde el debut hasta el primer escalón del podio con tres tantos en contra.

La cima del mundo se asalta marcando goles, pero también sin recibirlos. Ahí están los ejemplos de los Mundiales más modernos, en los que los sistemas defensivos han asumido una indudable transcendencia, como demostró España en Sudáfrica 2010, de la que salió campeón con triunfos por 1-0 en cada una de sus eliminatorias contra Portugal, Paraguay, Alemania y Holanda, por ese orden.

"El objetivo de esta fase era quedar primeros de grupo. Conseguido. Ahora tenemos que ser exigentes con nosotros mismos y saber que si encajamos con tanta facilidad no se puede conseguir el objetivo que venimos persiguiendo desde el primer día", alertó el seleccionador Fernando Hierro tras el 2-2 contra Marruecos, con la mirada hacia la defensa.

Son ya cinco goles en contra en tres partidos en Rusia 2018. El último campeón del torneo con ese número de tantos recibidos a lo largo de todo el Mundial data de 1990, de la República Federal de Alemania dirigida por Franck Beckenabuer, que encajó cinco tantos en siete partidos, pero que, aun así, se proclamó vencedora en Roma.

Una edición antes, en México 1986, la Argentina de Diego Armando Maradona hizo lo propio, con cinco goles en contra en siete partidos, quizá cuando las defensas ni el físico eran un aspecto tan esencial como en la actualidad, con ese equilibrio en cada zona del terreno que buscan los equipos para sentirse entre los favoritos.

Hay más referencias en el pasado para ganar un Mundial después de haber recogido el balón de su propia red en cinco ocasiones: Italia en España 1982 (seis goles en contra en siete choques); Brasil en México 1970 (seis duelos y siete tantos); Alemania en Suiza 1954 (seis encuentros y catorce goles); y Brasil en Chile 1962, Uruguay en Brasil 1950 e Italia en Francia 1938, con cinco goles recibidos.

También hay más ejemplos de lo contrario. A las últimas seis ediciones citadas se suman seis más (Argentina en 1978, con cuatro; Alemania en 1974, con cuatro; Inglaterra en 1966, con tres; Brasil en 1958, con cuatro; Italia en 1934, con tres; y Uruguay en 1930, con tres) para un total de doce de los 20 Mundiales; sus seis últimos campeones con algo en común: cuatro o menos goles en contra.

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