Saransk (Rusia), 28 jun .- La ciudad de Saransk echa el cierre a su condición de sede de Rusia 2018 animada por el ambiente de Panamá, la selección que eligió a esta localidad como lugar de concentración durante toda su estancia en el torneo.
Saransk respondió con la consideración de local a la selección panameña en su último partido de su primera participación en una fase final de un Campeonato del Mundo. Fue en el Mordovia Arena, con miles de canaleros disfrutando de su particular fiesta en las gradas.
Durante más de tres semanas, desde el pasado 7 de junio, las calles de la capital de la República de Mordovia alentaron con adornos, banderas y pancartas de bienvenida la estancia de la delegación centroamericana, asentada en el Centro Olímpico, un recinto con buenas instalaciones deportivas situadas en las afueras.
Saransk echa el cierre al Mundial. El encuentro entre Panamá y Túnez fue el cuarto y último de los acogidos por este recinto de 45.000 espectadores que pronto reducirá su aforo casi a la mitad. No necesita más para los partidos semanales del club de la ciudad, el Mordovia Saransk, de la segunda división rusa que aprovechará este escenario de reciente creación, para el Mundial, en sustitución del Start Stadium, donde ha jugado hasta ahora.
La localidad, invadida por el espíritu peruano en los primeros días, por el colorido colombiano después y por el embrujo de Cristiano Ronaldo y el aliento iraní en las horas pasadas, culmina este jueves con su anfitrión, que juega ante Túnez.
Intrascendente el choque de cara a la clasificación, para los ojos del resto del mundo, está plagado de alicientes tanto para los canaleros como para los norteafricanos, que van a saltar al terreno de juego sin haber puntuado ni ante ingleses ni ante belgas.
El puente que atraviesa el río Insar, que une el centro con los barrios residenciales, vía de acceso directo al estadio, ataviado por banderolas que publicitan el mundial y la ciudad, cobró colorido desde primera hora. Cerrado al tráfico pronto, facilitó la llegada de los aficionados uniformados con los colores de Panamá, con su camiseta roja, con los de su bandera, arlequinada, blanca, roja y encarnada.
Los seguidores, desperdigados en jornadas anteriores, se unieron para la ocasión. Al contrario que Túnez, que da la sensación que languidece en este tramo final de la competición, sometida por los malos resultados, por una expectativa sin cumplir y castigada por las numerosas bajas.
Le va también mucho en el envite a la selección norteafricana, en busca de una victoria mundialista. La primera desde que en Argentina 1978 se impuso a México.
Sin el mismo apoyo que su adversaria busca un final honroso en la competición. No ha sido una fiesta el torneo para los tunecinos, con un seguimiento residual entre la afición y el ánimo en descenso.