Llegó al Mundial como el gran ídolo de masas del fútbol ruso, pero pronto perdió la titularidad y el duende. Desde entonces, Fiódor Smólov no dio una a derechas. Su fallido penalti a lo "panenka" en la tanda ante Croacia le ha echado a los leones.
Smólov, el máximo goleador de la liga rusa en dos ocasiones, tuvo que pedir el domingo perdón ante las decenas de miles de aficionados que se congregaron en la Fan Zone para homenajear a su selección, que superó la fase de grupos por primera vez desde la caída de la URSS.
Todo era sonrisas. Akinféev, Ignashévich y Chéryshev fueron ovacionados. La única nota discordante era el delantero del Krasnodar. Admitió que se había equivocado e incluso hizo una genuflexión, pero ya era demasiado tarde.
Los jugadores e incluso el ministro de Deportes salieron en su defensa, pero en este país pocos entienden como en el momento más importante de la reciente historia del fútbol ruso el jugador se permitió tamaña "niñería".
Era el primer penalti de la tanda. Era crucial marcar. Pero Smólov optó por picar el balón. El problema es que el disparo le salió al lado del portero y a media altura, lo que apenas presentó dificultades para el croata Subasic.
El estadio era un funeral. Ni los comentaristas ni los aficionados entendieron lo que había pasado. Akinféev paró después el penalti de Kovacic, pero el posterior fallo de Mario Fernandes puso aún más en evidencia la irresponsabilidad de Smólov.
Fue el último en abandonar el campo. Se quedó hundido, sentado en el césped. Posteriormente, se negó a hablar con la prensa. Emitió un comunicado en el que aludía a Michael Jordan. Eso tampoco ayudó.
Le llovieron las críticas. El danés Peter Schmeichel, que comenta el Mundial para medios rusos; el delantero ruso Pável Pogrebniak; el presidente del Spartak, Leonid Fedún, antiguas leyendas del fútbol nacional y la prensa no tuvieron reparos en cargar contra el jugador.
Hasta su hasta hace poco entrenador en el Krasnodar, Ígor Shalímov, consideró "extraño" cómo su antiguo pupilo optó por lanzar la pena máxima.
La prensa recuerda que otras leyendas también optaron por emular al checo Panenka en partidos a vida o muerte, como Zinedine Zidane en la final del Mundial 2006 contra Italia o el chileno Alexis Sánchez en la final de la Copa América en 2015 ante Argentina. Pero no fallaron.
Las cosas en el Mundial ya habían empezado mal para Smólov. Después de marcarle dos grandes goles a España en el amistoso celebrado en noviembre de 2017, el jugador nunca volvió a ser el mismo.
Algunos creen que la culpa es de la prensa por el exceso de halagos. El caso es que Smólov no logró ver puerta con la selección en los amistosos previos al torneo, aunque el seleccionador, Stanislav Cherchésov, le cedió la titularidad en el partido inaugural ante Arabia Saudí.
El equipo ganó 5-0, pero las estrellas fueron Chéryshev, Golovín y Dzyuba. Smólov fue sustituido y nunca más volvió a salir de inicio. Saltó al campo en las segundas partes como revulsivo, pero no aportó apenas nada. Y, lo que es más importante, no llegó a probar al portero rival.
Para más inri, instantes antes de que Vida adelantara a los croatas en la prórroga Smólov desaprovechó un magnífico pase de Golovín que le hubiera dejado solo ante Subasic, pero falló en el control.
Incluso en el remate de cabeza del central croata el balón le pasó al lado y, además de obstaculizar la visión del portero ruso, no hizo amago de despejar.
La pregunta es si Smólov se recuperará del duro golpe. El delantero criado en la cantera del Dinamo siempre fue una gran promesa. Durante muchos años pareció más interesado en la vida social, que en el fútbol. Era más famoso por sus noviazgos que por su juego.
La cosa cambió cuando fichó hace tres temporadas por el Krasnodar. Se convirtió en el máximo artillero del fútbol ruso y la prensa comenzó a informar sobre las numerosas ofertas que tenía sobre la mesa. Era la primera gran estrella del fútbol ruso desde Arshavin.
La realidad es que Smólov, aconsejado por Cherchésov, no quiso arriesgarse a cambiar de aires antes del Mundial. Pero la presión acabó superándole. Ahora, pocos clubes se pelearán por los servicios de un jugador que se va en blanco del Mundial.